Fino en Rama Peña del Águila de César Florido
El botellero del Diario
Déjenme que les cuente algo. Nos habían citado a mediodía y llegaba tarde. Dudo mucho que les haya contado mi horror por los retrasos. Aún nos estamos conociendo. Allí me esperaba la puerta abierta y la sonrisa de mi amigo Gabriel, a recibirme con una copa en la mano. Era un espléndido día de primavera, de este mes de marzo que marcea con una luz repleta de carácter. Y aunque la vida continuaba como siempre, al entrar en la bodega me di cuenta de que debía tener mis sentidos y sentimientos bien afinados.
Era el momento para charlar un rato con César Florido, pasear por su bodega y llenar, de sus fantásticos vinos, nuestras copas a medida que se fueran vaciando. Lo que no estaba en el libreto, al menos en el mío, es que íbamos a seleccionar la bota elegida para embotellar la nueva saca de su fino mas emblemático.
Una barrica como tablero y unas copas llenas en busca del líquido que terminará siendo el protagonista. El toque de perfecta espontaneidad y el gusto por la conversación. No existe otra fórmula, la más refinada técnica es la improvisación sincera.
El Fino en rama Peña del Águila, que toma el nombre de un famoso pago de Chipiona, procede de esa una única bota que nos encandiló, con una vejez de unos ocho años y con ese toque distintivo de su origen en Miraflores y su crianza en ese bello templo del vino que es la bodega de Cesar Florido, the most Atlantic winery. Un fino en el que me parece que se encuentra todo, intensidad, elegancia y la personalidad alegre y honesta de su elaborador.
Ahora que es tarde, vuelvo a mis apreciaciones de aquel día y por una vez un retraso mereció la pena. También dejar algunas puertas abiertas, como la que me encontré, sin ninguna llave puesta y donde uno pueda perder la noción del tiempo, escribir un sencillo boceto liquido o soñar en voz alta.
Guardo este fino con muchísimo gusto en el botellero del Diario, como hay que guardar las amistades sinceras en los recovecos del interior. Y es que nosotros solo queremos tomar una copa de buen vino y hablar un poco de la vida. Suficiente, ¿verdad?.
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