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Jerez

La crisis y el vandalismo del ladrillo

  • Desde que las Tres Cerámicas echara el cierre en plena crisis económica, numerosos ladrones han desvalijado esta vieja fábrica hasta reducirla a un solar de escombros

"Llega un momento en el que todo te da igual e intentas olvidarte de todo el mal que te están haciendo". La indignación de Antonio Montero hijo se hace patente al recordar lo que han hecho, y lo que están haciendo aún, numerosos ladrones con la que fue -porque poco queda de ella- la fábrica de ladrillos de su padre, Las Tres Cerámicas, situada en el Polígono industrial El Portal.

El famoso 'boom' de la burbuja inmobiliaria arrasó con todas las empresas relacionadas con la construcción de este país, sin miramiento alguno, sin compasión. Poco a poco fueron cerrando las grandes fábricas que abastecían a miles de constructores españoles y aunque intentaban sobrevivir a toda costa no fue posible.

Pablo Armario, de Ladrillos Juanjo, una de las grandes fábricas de ladrillos de la provincia, declaraba en el año 2009 a este medio que "ahora, en perspectiva, se ve la locura que era la construcción". Hace nueve años exactamente de esas declaraciones y nada ha cambiado, a todos les sigue pareciendo una locura la mentira en la que el país vivió sumergida años atrás.

En la provincia de Cádiz echaron el cierre las empresas más importantes, aquellas que sacaban trailers de ladrillos. En Jerez, dos de ellas se dedicaban a la industria del ladrilllo, Céramicas Jerez y Las Tres Cerámicas. Ambas, presionadas por las deudas y por la poca actividad económica, decidieron abandonar, al igual que la mayoría.

La historia de Las Tres Cerámicas es desoladora si escuchamos a Antonio Montero hijo. Una persona que, desde que el negocio de su padre echara el cerrojo en plena crisis, ha vivido en sus propias carnes como "vándalos me saquean todo lo que pueden y más". Una gran fábrica, con naves, oficina y grandes hornos, que ha quedado reducida al mismísimo suelo. "Al menos el suelo no se lo pueden llevar", lamenta Montero.

"Tras cesar con nuestra actividad empresarial, debido a las pérdidas que veníamos acarreando desde años atrás y la falta de recursos, yo mismo seguía yendo a la oficina, aunque un día me encontré con que habían forzado la puerta y se habían llevado los ordenadores", explica. "Al día siguiente puse un candado, que de nada sirvió porque te lo parten igualmente. Y poco a poco he tenido que dejar de pasar por allí, a pesar de los avisos que he recibido de los vecinos sobre el saqueo al que estaba siendo sometida la fábrica", cuenta lamentándose el propio Montero.

A día de hoy queda poca cosa de lo que un día fue una de las grandes fábricas de ladrillos de la provincia. Comenzaron por ordenadores, cobre o solería y han terminado llevándose las vigas de hierro de los techos. "He puesto muchas denuncias y la policía ha ido muchas veces, pero esto es luchar contracorriente. Son personas que tienen poco que perder, que son drogadictos, sin vivienda, sin solvencia económica y que si entran en la cárcel les da igual. Además, no son uno ni dos, son personas diferentes, que vienen incluso de El Puerto, Sanlúcar y los alrededores. Se dedican a ello y, seguramente, cuando terminen con la fábrica de mi padre se marcharán a otro lugar".

Desde el Cuerpo de Policía Nacional informan a este medio que una patrulla ronda la zona cada noche hasta en dos ocasiones, pero "se hace muy complicado pasar por un lugar con cientos de naves industriales, aparentemente cerradas, y adivinar si están robando dentro o no".

Se trata de un polígono abierto, con muchas zonas de salida y entrada y con muy poca seguridad. Por ejemplo, "en la zona Norte existe un coche de una empresa de seguridad durante toda la noche y los robos son mucho menores", explican desde el Cuerpo Nacional de Policía.

Precisamente en Las Tres Cerámicas la Policía confirma haber detenido in fraganti a varias personas que habían entrado a la fuerza en la fábrica. Aunque "existen otros lugares en los que los ladrones entran sin fuerza, porque están abiertos, sin ningún tipo de seguridad. Estos casos son considerados como hurtos".

Precisamente Antonio Montero ha tramitado numerosas denuncias e intentado asegurar su terreno, pero "El Portal es una zona que tiene alrededor barrios marginales, una zona muy amplia y que, a pesar de todo el esfuerzo que empleamos a diario, se nos hace muy complicado controlar todo", explica el CNP.

La situación actual de este terreno "se encuentra en el limbo". Cuando falleció el padre de Antonio, dueño de la fábrica, este solar debería pasar a manos de los hijos en forma de herencia, aunque el propio Montero indica que la situación se hace complicada con el actual impuesto de sucesiones. "Quizás tengamos que renunciar a él", dice.

Lo que deja claro este antiguo trabajador del ladrillo es que ya no hay marcha atrás. La fábrica ha ido desapareciendo y no se ha podido hacer nada más por evitarlo.

Pensando en una posible venta del terreno, Montero cree que "es imposible. Hay cientos de terrenos industriales vacíos y nadie quiere invertir en ellos. Quizás una posible solución sea venderlo como solar, para otra actividad distinta a la que tuvo hace unos años con mi padre". Una crisis y unos vándalos que consiguieron reducir a escombros al gigante del ladrillo.

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