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Ofrecido por Clece

Cuando los héroes son los que cuidan a los abuelos

  • La Residencia Nuestra Señora de los Dolores, de Clece, cerró sus puertas a las visitas el 9 de marzo, una decisión clave que ha permitido que sus instalaciones se hayan mantenido sin casos de coronavirus.

Foto de familia de trabajores de Clece y familiares en el acto.

Foto de familia de trabajores de Clece y familiares en el acto.

Pocos sabían por entonces qué eran los test PCR. Nadie hablaba de la curva ni soñaba siquiera con llevar mascarilla, y por supuesto nadie imaginaba que pocos días después un país entero se vería obligado a encerrarse en casa, que España viviría un mal sueño durante meses.

El día 9 de marzo, antes de que nadie supiera -ni siquiera imaginara- lo que sabe ahora, la dirección y las trabajadoras de la Residencia Nuestra Señora de los Dolores de Villanueva del Trabuco, en la provincia de Málaga, tomaron una decisión complicada y dolorosa: no se iban a permitir las visitas al centro por parte de los familiares. Una determinación que incluso sonaba extraña, si se tiene en cuenta que aún faltaban cinco días para que se decretara el Estado de Alarma en España, pero que a la postre ha resultado ser clave para la gestión de la crisis que se iba a desencadenar en el país.

La residencia, gestionada por la empresa Clece, ha conseguido pasar las semanas más duras de la pandemia sin ningún caso de Covid-19. Aquella decisión, a la que luego siguieron muchas otras, y la perfecta coordinación de su equipo humano, encabezado por su directora, Marta Guerrero, que desde el primer momento se han implicado al máximo para llevar a cabo todos los protocolos y nuevas formas de trabajar, no solo han permitido conseguir unos excelentes resultados, sino también el agradecimiento más sincero de los familiares, que han dedicado un sentido (y merecido) acto de homenaje a los ángeles, a los héroes, que han velado todas estas semanas por la salud de sus padres, de sus madres, de sus abuelos.

Marta Guerrero, la directora, recibiendo un ramo de flores. Marta Guerrero, la directora, recibiendo un ramo de flores.

Marta Guerrero, la directora, recibiendo un ramo de flores.

Su propia empresa, Clece, también quiso sumarse a este acto íntimo, celebrado en el patio de la residencia, en el que los familiares entregaron una placa de reconocimiento y una gran tarta, agradeciendo, en palabras de Pablo García, gerente de Clece en Malaga, la “inmensa labor” que han realizado estos meses atrás. Además de una carta de agradecimiento personal por su trabajo, la empresa quiso simbolizar este esfuerzo regalando a cada trabajador de la residencia una siempreviva, una planta que se caracteriza por su fortaleza y su capacidad de resistir y adaptarse a entornos adversos, tal y como han demostrado estos profesionales.

José María García, alcalde de Villanueva del Trabuco, quiso estar también en el acto para expresar unas palabras de agradecimiento a las empleadas de la residencia por su impecable trabajo en estas semanas.

Las residencias de mayores han sido uno de los lugares más castigados por la pandemia.Una tragedia nacional que afortunadamente ha pasado de largo por Nuestra Señora de los Dolores gracias a las decisiones acertadas. “Al principio todos teníamos miedo, pero poco a poco veíamos que estaba funcionando.

Hoy para nosotros es un orgullo”, asegura Marta Guerrero, directora de la residencia, que fue quien tomó la decisión de que debían cerrar el centro al exterior: “todos sabíamos que empezaba a haber casos en Málaga, que la situación se iba complicando y entonces creímos que lo mejor era que no hubiera visitas”. No fue fácil tomar la iniciativa, recuerda Guerrero, pero “las trabajadoras y los familiares lo entendieron perfectamente”.

Todos, cada uno desde su ámbito, “se pusieron manos a la obra” para cumplir las medidas necesarias, garantizando, por un lado, la salud de los residentes mediante una perfecta coordinación con el centro de salud y los médicos de enlace y, por otro, la tranquilidad de sus familiares con una constante comunicación con éstos a través de llamadas, videollamadas, e información en redes sociales: “las videollamadas fueron tremendamente emotivas”, recuerda Rocío Matas, la enfermera de la Residencia.

“A Pili, la trabajadora social, se le ocurrió que podríamos hacerlas para que los abuelos pudieron ver a sus familiares. Apareció una tablet de no sé dónde y empezamos. Fue maravilloso ver la reacción de los abuelos cuando veían a su familia”. A lo largo de los meses de encierro los usuarios del centro no han perdido en ningún momento su actividad cotidiana.

Los trabajadores recibieron una ‘siempreviva’como recuerdo de su fotaleza y resistencia. Los trabajadores recibieron una ‘siempreviva’como recuerdo de su fotaleza y resistencia.

Los trabajadores recibieron una ‘siempreviva’como recuerdo de su fotaleza y resistencia.

Pese a la situación de emergencia y a todas las medidas que rompían la normalidad, las trabajadoras consiguieron hacer que los residentes continuaran, en la medida de lo posible, su rutina diaria: talleres, celebraciones, eventos… que han hecho que estas personas especialmente vulnerables hayan podido pasar un confinamiento de calidad y alejados de grandes preocupaciones. “A pesar de que nos veían con las mascarillas, los EPI, los desinfectantes… hemos intentado que no vivieran la intranquilidad que se respiraba fuera, y creo que conseguimos hacerlo bien, han estado felices”, dice Rocío.

Karmina Gambero se despidió de María, su madre, sin saber que un rato después, en el camino de vuelta a su casa, recibiría una llamada de la Residencia para comunicarle que no podría volver a visitarla hasta que pasara todo aquello. Desde entonces, y a pesar de que “fue un shock”, “me he sentido muy cerca de ella y muy acompañada” gracias a unos trabajadoras a los que define con una palabra: empatía: “Han sido maravillosos en todo momento, entregados, dispuestos siempre a ayudar y a mantenernos en contacto con nuestros padres o nuestras madres”, recuerda Karmina, no sin cierta emoción.

Y es que “siempre nos han tratado muy bien, pero en estos días ha sido increíble. Han estado para todo. Informándonos en todo momento de cómo estaban, mandándonos fotos de todo lo que hacían… Nos han transmitido alegría y tranquilidad. Es una gente muy especial la que trabaja en esa residencia”, asegura, y a pesar de que “como todos, ellos lo han pasado mal con tanta incertidumbre, solo nos han dado cosas buenas” durante el encierro.

El pasado miércoles, 93 días después, Karmina pudo volver al centro. Allí la esperaba María, en el patio, con sus sonrientes labios pintados como cuando, antes y posiblemente pronto, la preparaba su hija para sacarla un rato de paseo.

“Todos han hecho un trabajo increíble, me siento orgullosa de este equipo”, dice, contundente, la directora de la Residencia. “Pero hay que seguir porque esto no ha acabado”. En la Residencia Nuestra Señora de los Dolores continúan aplicando estrictas normas de seguridad y prevención. Las visitas ya son posibles, pero de forma escalonada. “Gracias a que tenemos un patio estupendo podemos organizar las visitas respetando la distancia y en un bonito entorno”.

Mesas separadas dos metros, uso obligatorio de mascarillas para visitantes, controles de temperatura. Allí saben, posiblemente mejor que nadie, que aunque en estas semanas se empieza a recuperar la normalidad, no hay que bajar la guardia. “Es la frase mejor aprendida”, afirma Marta Guerrero, de todos sus trabajadoras, conscientes de que pese a que ha pasado lo peor, hay que seguir alerta, cumpliendo estrictamente las normas de seguridad y prevención necesarias para garantizar la salud de aquellos a quienes cuidan: sus “abuelitos”. Nuestros abuelitos.