Un sherry anunciado
El rebusco
La publicidad que nos rodea
Lo británico pervive en la ciudad

Antes de que las calles se llenaran de logotipos y carteles publicitarios, las fachadas de los edificios eran simples paredes, pero la publicidad nos ha invadido hasta el punto de convertirse en un elemento arquitectónico en sí mismo. ¿Recordamos cómo eran esos lugares antes de que esos rótulos se instalaran allí?.
La publicidad exterior es un elemento omnipresente en el paisaje urbano, una realidad que en las últimas décadas se ha convertido en objeto de creciente debate y contestación social.
La multiplicación de anuncios en las vías públicas durante el último siglo, contribuyó a transformar la imagen de la ciudad y a difundir la nueva cultura de consumo en la sociedad que conocemos actualmente.
Desde el nacimiento de los anuncios de neón en 1902, las ciudades han evolucionado a un ritmo vertiginoso hasta tal punto que esas luces y esos edificios forrados de paneles y rótulos han pasado a formar parte de la arquitectura de nuestras ciudades y nos hemos acostumbrado a iluminar las calles con publicidad.

Como indican las autoras del trabajo 'El desarrollo de las ciudades desde la publicidad exterior y las neurociencias' (2016): "Existen espacios urbanos donde la presencia de la publicidad exterior ha ido conformando estéticas particulares que hacen que algunos autores afirmen que la historia de la publicidad está ligada a la de las ciudades".
Por su parte, el profesor Javier González Solas, de la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado diversos trabajos, como el de 'Ciudad escrita' (Arte y ciudad, nº 3, 2013), donde reflexiona sobre este asunto, de cómo las ciudades soportan una constante escritura sobre su espacio urbanístico y arquitectónico, que nos brinda una interpretación metapublicitaria, es decir, "más allá de su efecto mercantil superficial e inmediato, y más allá del símbolo..." (Baudrillard, 1966).
Se considera publicidad exterior aquella que utiliza lugares públicos para desarrollarse y va dirigida a un público determinado. Está formada por carteles, vallas publicitarias, rótulos luminosos, banderolas, mobiliario urbano y todos aquello soportes que se instalan en lugares públicos o donde se desarrollan espectáculos, eventos culturales, encuentros deportivos, etc.
Las fachadas de un establecimiento comercial es parte importante de la publicidad exterior de ese comercio.
El pleito del sherry
En junio de 1965 un grupo de importadores británicos de los vinos del Marco adscritos en la Sherry Shippers Association prepararon una demanda en defensa de la denominación de origen, mientras los fabricantes del ‘jerez británico’ (British Sherry), solicitaron a la justicia británica mantener el uso del término ‘sherry’ para los vinos criados en la Conmonwealth.
El ‘pleito del vino de Jerez’, conocido como el ‘Sherry Case’, se inició el 9 de febrero de 1967 cuando las tres compañías importadoras (Whine Products Ltd, Whiteways Winery Co. Ltd. y Jules Duval & Beaufois) de vinos imitadores (British Sherry, Cyprus Sherry, South African Sherry, Australian Sherry o Canadian Sherry) demandaban ante Tribunal Supremo de Justicia, presidido por el juez Sir Arthur Geoffrey Cross, a las compañías importadoras españolas González Byass & Co. Ltd., Mackencie & Co. Ltd., Pedro Domecq y Cía. y Williams & Humbert Ltd. y solicitaban un edicto judicial que les permitiera seguir utilizando el término ‘sherry’ en el etiquetado de sus productos.

La demanda se dirigía contra las cuatro compañías que forman la ‘Sherry Shippers Association’, fundada en Londres en 1910.
Ejercían, de procurador, Robert Keeling, y de defensor Sir Edward Milner Hollanda, QC .
El 22 de marzo del mismo año el juez Cross expresó su juicio, y el 30 de julio dictó la sentencia, que la comunicó a las partes. El dictamen definitivo lo hizo público el 27 de noviembre, con una decisión salomónica: la argumentación británica de que el término ‘Sherry’ era genérico fue rechazada, pero no se aceptaba la argumentación jerezana de prohibir el uso de British Sherry, y los otros sucedáneos antes mencionados, que, lamentablemente, podrían seguir utilizándose.
Situación que quedó zanjada con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986.
El toque inglés
Recientemente, la doctora en Historia y Estudios Humanísticos María Isabel Serrano Macías ha recibido el I Premio Internacional de Investigación Vitivinícola del Marco de Jerez ‘Carmelo García Barroso’ por su trabajo titulado ‘Home sweet home: la influencia inglesa en la burguesía vinatera jerezana y sus fincas de recreo (1800-1914)’.
La investigación premiada por el jurado en esta primera edición, tiene como objetivo comprender la influencia que el mundo británico tuvo en la burguesía vinatera jerezana y en la arquitectura de la zona a través de un análisis exhaustivo de las principales familias vinateras y sus fincas de recreo, poniendo en valor la importancia que este influjo tuvo en diferentes aspectos de la vida social, cultural, económica y política en Jerez de la Frontera. La cronología estudiada abarca todo siglo XIX y los primeros años del siglo XX.
En esta línea se puede encuadrar el artículo de María Vázquez-Amador y María del Carmen Lario de Oñate, La influencia de la lengua inglesa en el vino de Jerez (2019): ‘El vino de Jerez es uno de los productos tradicionalmente importados por Gran Bretaña desde el siglo XVII. El contacto comercial entre ambos países ha tenido como consecuencia la introducción de anglicismos relacionados con el vino’.

Unos años antes, en el 2016, el académico Marco Antonio Velo describía con precisión en su sección del diario Andalucía Información (2016): ‘En Jerez de la Frontera lo británico ha estado siempre presente en la propia calle, y aún hoy lo sigue estando: carteles y nombres sobre los muros de las bodegas, las etiquetas de las botellas, la denominación de los tipos de vino (cream, pale cream), la propia cultura ecuestre, la anglofilia estética, algún que otro vocablo de uso habitual, incluso una traducción admitida del nombre de su vino -sherry- que se utiliza habitualmente para un sin fin de objetivos; todo ello es una muestra de la presencia viva de lo británico. La mayoría de las familias locales con intereses vinateros terminaron emparentando con británicos, en una suerte de alianza entre productores y comercializadores que terminó revolucionando la producción vinatera’.
Pionero en esta reivindicación ha sido el director de cine andaluz Nonio Parejo. Su documental Los ingleses y el jerez, producido por Canal Sur en el 2015, recogía las declaraciones de muchos de los descendientes de aquellos británicos asentados en la comarca en siglos pasados.
La primera constancia de la que tememos noticia de la mención al sherry en la literatura inglesa la encontramos en la obra de teatro Bartholomew Fair, de 1614. Su autor, Ben Jonson, se divertía con su buen amigo Shakespeare bebiendo nuestro vino en las tabernas londinenses; que por cierto el famoso bardo siempre se refiere al mismo como sherrish o sack pero nunca como lo conocemos en la actualidad.
Sherry anunciado
Un atento paseo por la zona del jerez nos permitirá descubrir que el ‘sherry’ no solo es un vino.
Hasta hace bien poco, cuando llegábamos a Jerez en tren, una de las primeras cafeterías que daba la bienvenida al viajero era el bar Sherry, con sus amplios rótulos de color blanco y celeste. Desgraciadamente cerrada en la actualidad.
Más adelante, si querías probarlo -el sherry- , podías degustarlo en la licorería The Taste of Sherry, al igual que en SherryMar. Las dos han dejado de prestar sus servicios.
Para alojarse, este viajero anónimo, podría decidirse por el elegante Sherry Park, en la avenida Álvaro Domecq; ya que al inicio de esa misma avenida podría visitar el edificio que alberga el Consejo Regulador, con una placa de metal en su fachada que lo distingue.
Para cuidar la salud tenemos Fisiosherry, en calle Asta, y la tienda de dietética deportiva Sherrysport nos pondrá en forma para jugar al golf en Sherry Golf, enfrente de las bodegas Williams&Humbert, donde contemplaremos a la siempre servicial Sherry Girl.

Si venimos con familia en diez minutos estaremos en el parque recreativo Aquasherry, en la linde entre Jerez y El Puerto de Santa María.
Nos recuperaremos comiendo los excelentes productos que se cultivan por aquí, producidos y distribuidos por la empresa Sherry Quality, y arreglando el cabello en la peluquería Sherrylook, en calle San Cristobal.
Los amigos de las aves pueden dirigirse al local de la veterana asociación ornitológica Sherry. Su logotipo incluye un catavino y racimos de uvas, y si tiene perro en el centro veterinario Sherrycan.
Si lo quieren es instalarse en la ciudad puede informarse en la inmobiliaria Sherry, con el asesoramiento de la compañía de seguros Sherrybrok & Asociados, sita en Diego Fernández Herrera, podrán comprar o vender en el edificio Novo Sherry, en Puertas del Sur.
Los documentos impresos en Sherrycopier, en calle Santo Domingo, y los repuestos de cristales en Sherry Glass.
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