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El Rebusco

Las relaciones de Pío Baroja con Jerez

  • Emparentado con los bodegueros de Goñi

  • Visitó la ciudad en 1903

Las relaciones de Pio Baroja con Jerez

Las relaciones de Pio Baroja con Jerez

Jerez, y sus vinos, han sido un nexo de unión invisible entre escritores españoles de diferentes etapas y generaciones. Tal es su influencia, que incluso Pío Baroja les reserva un lugar destacado en una veintena de sus obras.

Pero como hemos dicho, no es un caso aislado. En los primeros años del siglo XX destacados intelectuales, preocupados por la situación andaluza, pasarían por nuestra ciudad, como Vicente Blasco Ibáñez, en 1902 y 1904, de las que surgió su polémica novela, La bodega (1905); y Azorín, también en 1904, que recogería sus impresiones en una serie de artículos publicados en El Imparcial con el título de Andalucía trágica.

Ambos dejarían sus firmas en sendas botas de vino, el primero en González Byass, el segundo en Domecq.

A estas habría que sumar la que en 1904 hizo el escritor montañés, José María Pereda. Esta vez por motivos puramente familiares, su hija, María, estaba casada con el bodeguero jerezano Enrique Rivero.

Unos años más tarde, en 1924, vendría Armando Palacio Valdés, que estaba de tournée por la provincia para recibir los homenajes que algunas ciudades habían organizado en su honor. En una treintena de sus creaciones literarias estarán presentes los vinos del Marco del jerez, y como no a la manzanilla de Sanlúcar, por la que muestra una especial predilección.

Visita a Jerez

Pío Baroja Nessi, uno de nuestros mejores novelistas, pasó también por Jerez. Esto ocurría en la segunda semana del mes de abril del año 1903, ya que Baroja formaba parte, junto a otros periodistas, de la comitiva oficial encabezada por el político Rafael Gasset. Venía a la ciudad para cubrir los actos con los que se pretendía promover la construcción del pantano de Guadalcacín.

El escritor vasco, que por aquellas fechas contaba con unos treinta años de edad, estaba acreditado como corresponsal del diario madrileño El Globo para dar cuenta del mitin que iba a tener lugar en el teatro Eslava con motivo del inicio de la construcción del pantano, una obra de gran envergadura que brindaba enormes posibilidades al sector agrícola de la zona, en crisis por aquella época.

En esta parte de Andalucía se vivía un periodo convulso y agitado, acentuado por la pérdida de las últimas colonias de ultramar, y los estragos provocados por la filoxera en la vid.

A Baroja le acompañaba su amigo, en aquel tiempo, Ramiro de Maeztu, delegado por el Diario Universal, de Madrid.

El escrito describiría esta visita a Jerez, donde vivían unos parientes por parte de madre, los Goñi, en su libro primero de Memorias. En el mismo escribe: "Jerez es un pueblo hermoso, pero parece también un pueblo más de fachada que de interiores. Es lo que caracteriza a todo el Sur".

En una de esas reseñas que envío a la redacción de El Globo, la del día 13 de abril, se puede leer: «Por la tarde visitamos las bodegas de González Byass, donde fuimos obsequiados con un espléndido lunch. Hubo discursos». Y un poco más adelante comenta la visita que realizó al Museo de arte que había en los Claustros de Santo Domingo: «Hemos visitado el museo del marqués de Bonanza. La instalación es admirable. Hay cuadros excelentes».

En el libro recopilatorio Escritos de juventud (1972), editado por Cuadernos para el diálogo, Baroja recoge esta experiencia en el capítulo titulado "De política hidráulica".

Los Goñi jerezanos

Julio Lorente de Goñi es miembro de la rama de los Goñi jerezanos, y durante muchos meses se ha dedicado a consultar diferentes archivos, tanto los familiares como el Municipal Jerez, para recoger información destinada a su libro Genealogía comentada de los De Goñi jerezanos. Una aportación fundamental para conocer a esta saga familiar que ha vivido en Jerez desde la segunda mitad del XIX.

Justo Goñi Alzate fue un experimentado marino, originario de San Sebastián, donde nació en 1821, y falleciendo en Jerez, en 1893. Participó en la creación del Banco de Jerez como de la Caja de Ahorros; y fue elegido para formar parte del Ayuntamiento. Estaba casado con Elisa Sol.

La madre de Pío Baroja se llamaba Carmen Nessi Goñi, por lo que el escritor estaba emparentado con Justo Goñi en segundo grado.

El hijo, Justo Goñi Sol, (Jerez, 1858-Madrid, 1910), aparece, recreado, en algunas de las obras de Baroja. El personaje del doctor Iturrioz, en El árbol de la vida (1911) es su contrafigura.

Jerez y manzanilla

En su libro de Memorias, Baroja recuerda a un jerezano muy peculiar, poeta de la bohemia de Madrid, Alberto Lozano Angulo. De él escribe: "Un tipo curioso de esta época, a quien conocí en el café de Madrid, y después en la redacción de Arte joven (...). Lozano, nacido en Jerez, se había venido a Madrid después de haberse gastado la herencia de sus padres"

En su libro, Las tragedias grotescas (1907), uno de los caracteres nos habla sobre otro personaje local, Paúl y Angulo: "Hombre, si, el mismo Paúl y Angulo lo anunció: dijo que ya le estaba reventando demasiado Prim, con su campaña contra la República, y que lo iba a matar".

El jerez y la manzanilla son vinos solicitados, y bebidos, en las historias escritas por Baroja a lo largo de su vida

Hay muchos ejemplos. En La ciudad de la niebla (1909), cuya acción transcurre en Londres, el frutero y el capitán español convidan a "jerez y bizcochos" a Fry y a Iturrioz. Por otra parte, en Las inquietudes de Shanti Andía (1911), se desarrolla esta escena, esta vez en Cádiz.

El viejo capitán me llevó a un colmado de la misma calle de la Aduana, llamó al dueño, un montañés amigo suyo, y le recomendó una comida escogida, una comida para gente que comprende lo trascendental de la misión de engullir. El dueño del colmado y don Ciríaco discutieron detalladamente los platos, las salsas y los vinos.

-Necesito una hora para preparar todo esto -dijo el montañés.

-Muy bien -contestó el capitán-. Le concedemos a usted la hora.

-Pueden ustedes dar una vuelta si quieren.

-No, no. ¿Para qué? Tráigase usted una botella de manzanilla de Sanlúcar y unas aceitunas.

Y para rematar, en su novela Los visionarios, esta descripción del carácter andaluz en los duros momentos de los años `30: La filosofía de esta gente es que, para los cuatro días que va uno a vivir, todo da igual, y que lo mejor es tomarse unas medias cañas de manzanilla y cantar unas malagueñas y unas peteneras.

Años más tarde, en 1957, su sobrino, Julio Caro Baroja, vendría Jerez invitado para participar en la cuarta edición de la Cátedra del Vino, donde impartió su conferencia titulada El vino y la civilización Mediterránea.

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