Relato de una mujer maltratada en Jerez: "Un día me encontré la esquela con mi nombre y mi apellido en mi casa"

"Yo he conocido el infierno, mi demonio tiene nombre y apellidos, y ya no tengo miedo", cuenta Clara, quien reclama mejorar la legislación para proteger a las víctimas

Jerez activa el Punto Violeta durante las zambombas contra la violencia sexual y las agresiones

Una de las pancartas de la pasada marcha contra la violencia de género del 25 de noviembre.
Una de las pancartas de la pasada marcha contra la violencia de género del 25 de noviembre. / Manuel Aranda

No es un relato morboso. No es la intención. No es una historia. Es la vida de una mujer. Las palabras, los golpes, las lágrimas, el miedo, el dolor, la incertidumbre, el escalofrío al escucharle andar cerca. Es el no saber con qué esquina chocará su cabeza. Si la servilleta puesta será de su gusto o, por el contrario, le abofeteará su rostro ya magullado. Es la vida de una mujer que se encontró un día en la puerta de su habitación un folio con su esquela. 1.288 víctimas mortales por violencia de género desde el 1 de enero de 2003. 43 este año 2024.

Clara (nombre ficticio para protegerla) es víctima de violencia de género. Siendo joven se enamoró de un chico que parecía ser perfecto. Ella, que antes no había tenido relaciones sentimentales, vio en él a ese príncipe azul 'Disney'. El hombre trabajador, educado, atento, "el que me tenía que salvar", pero en su lugar la hundió, la anuló. Aguantó casi una década la relación, se casó y comenzó el terror.

"Al principio la relación era como estar en una nube de azúcar, y a lo mínimo que él hacía yo lo magnificaba. Yo tenía una careta impresionante que no veía que a medida que avanzaba la historia había cosas que no encajaban. Yo era la mala, la culpa siempre era mía, es que 'yo hago sólo lo que tú quieres', es que 'tú lo has provocado'... Y se van normalizando cosas y se justifican las malas palabras y desplantes", cuenta Clara.

De repente "me readapté" a lo que él quiso. Ella seguía pensando que "hacía lo mejor para mí, cuando en realidad me aisló de todo mi mundo. Acabé completamente sola".

Se casó, "y no pude elegir nada porque no había opciones". Pero pocos días antes hubo una conversación que empezó a hacerle el clic. Sin embargo, "me tenía que casar. Es lo que 'debía' hacer. Me planteé incluso el no casarme, pero me daba miedo qué podía pasarme a mí y a mi familia. Sabía lo que esa persona era capaz de hacer. Me casé y él se sintió el rey".

Dejó de tener aficiones, de decidir qué ropa se ponía, de tomar café con amigas o ir al cine. "Ni era lo 'correcto' ni estaba permitido, y si te saltas alguno de esos pasos, vienen las consecuencias". "Pasamos de los desplantes a conversaciones muy desagradables, a forzarte a hacer cosas que no quieres, a limitarte por completo, a amenazas...P asó del maltrato psicológico y económico al físico. Su comportamiento fue escalando a medida que se sentía más seguro, con más poder. Pero yo siempre he pecado de esperar", recuerda Clara. Y a la vez que él se crecía, ella se hacía más pequeña. Con menos voz.

A Clara le pegaba con toallas mojadas porque "así no se marca la piel". La atemorizaba en su casa apagando las luces y haciendo ruidos, golpes por la casa "en plan estoy llegando...". Describe no poder abrir ni los ojos "del dolor ni por cómo tenía los párpados" tras las palizas. Relata que había médicos que la conocían ya por sus heridas, pero ella no quiso activar el protocolo por miedo. Miedo. Rotura de huesos y sin llorar en alto, "que no se debe molestar a los vecinos". Le ofrecía vasos de agua algunas noches que ella después ha descubierto que podían contener alguna sustancia. No entraré en detalles.

Un trágico momento lo cambió todo y se dio cuenta de que debía salir. "Ese día supe que él iba a por mí". Pero no pudo hacerlo de un día para otro. Vuelve a tener contacto con algunas amigas y un día una de ellas la abrazó, y aunque las heridas no eran visibles en la piel, dolían. "Cuando decido dar el paso, hago tres intentos de llamar al 016 pero me acobardo", señala. Y un día, una de esas amigas concertó una cita al Centro de la Mujer. "El primer trámite personal para que te des cuenta de a lo límite que vives es ser realmente consciente de que eres una mujer maltratada", reflexiona.

"Por un lado, está la culpa de que haya hecho algo; y luego la responsabilidad de haberlo consentido. Yo me quito la venda de la culpa y me pongo la de la responsabilidad. Yo he sido la responsable de aguantar todo eso. Me costó la vida darme cuenta, pero me tomé muy en serio las tareas que me daban desde el Centro, porque tenía muchas ganas de salir de ahí. Pero necesitaba herramientas y protección", declara Clara.

Comenzó a marcarse la piel con su nombre en rotulador por si le pasaba algo. Le aconsejaron que si algún día se veía en peligro, escupiera para poder coger alguna prueba. Tenía un "cuaderno de los gritos" porque "no podía llorar". "Un día me encontré la esquela con mi nombre y mi apellido en mi casa. Me dio una paliza tremenda en la que casi pierdo un ojo, y al día siguiente, salí con una mochila en la que llevaba dos mudas, el cargador del móvil, la tarjeta sanitaria y mis informes médicos. Me fui con lo puesto para que no sospechara que me había ido", cuenta.

Los amigos fueron su escudo y protección durante meses, porque "soy maltratada sin denuncia. De haberla puesto automáticamente me mataba. Había días que yo no quería vivir, quería descansar. Y estaba tan acostumbrada al dolor que llegaba un punto en el que yo sentía que cuando había terminado de pegarme era 'ya' (suspira). Una no teme el hoy, teme el mañana".

Clara ha conseguido divorciarse tras vivir durante meses con esa única mochila y escondida por sus amigos: "Ya está. No tengo protección porque no hay denuncia. Pero es que esa denuncia me podía haber matado. Durante mucho tiempo nunca he ido sola, mi círculo cercano de amigos son ángeles que me han protegido y mi terapeuta me ha salvado. Mi madre (su padre falleció cuando Clara era pequeña) es una señora muy mayor que no sabe nada de lo ocurrido, nunca ha sido mi apoyo porque además ella es muy machista".

"Yo he conocido el infierno, mi demonio tiene nombre y apellidos, y ya no tengo miedo. Yo he querido escapar y descansar. Me ha importado muy poco morirme, pero ahora es todo lo opuesto. Él ya no tiene mi atención. Si por mi parte él ya no tiene el interés, él pierde. Sé que he cogido el margen, pero es mi margen sano. Salgo en horas prudentes, siempre que puedo acompañada... Hay momentos en los que siento que mejor no salir y me quedo en paz en mi casa. Ahora el médico ya no da miedo, los abrazos no duelen. Y aunque hay días, días muy feos, han vuelto las luces de Navidad", subraya.

La violencia de género "va mucho más allá de una disputa y el paso más extremo es la denuncia". "Hay quien dice muy a la ligera a las víctimas que denunciemos, pero hay que respetar las decisiones de las víctimas porque a veces es que no se puede. Hay que tener en cuenta muchos factores y hay que cambiar mucho la legislación. ¿De qué sirve que esa persona pase una sola noche en el calabozo si va a salir cargadísimo? Hay que proteger bien a las mujeres y a sus hijos", reivindica Clara.

"Lo que te he contado sé que es un viaje muy feo, pero a veces sólo se tiene en cuenta a las mujeres con denuncia. Pero es que no siempre se puede. No en todas las circunstancias se puede denunciar, porque sabes que no vas a llegar. Espero que esto le pueda servir a alguien", concluye Clara. Horas después de sacudir su historia para mí, pisó por primera vez un gran teatro: "Mi yo de hace unos años, no lo hubiera hecho. Manda narices...".

367 mujeres han sido atendidas por violencia de género en un año en Jerez

El Centro Municipal de Información a la Mujer, dependiente de la Delegación de Igualdad y Diversidad, ha atendido en el primer año de legislatura a un total de 895 usuarias en las diferentes asesorías y servicios que ofrece desde sus dependencias en la Casa de las Mujeres, de las cuales 367 mujeres han sido atendidas por violencia de género. 

Hasta el pasado mes de julio, se han contabilizado 3.733 intervenciones con mujeres, de las que 1.727 han sido de información general; 504 información sobre atención psicológica; 350 atenciones psicológicas a mujeres; 627 asesorías sobre trabajo social; 129 informaciones sobre la asesoría jurídica; 140 asesoramientos jurídicos, y 119 valoraciones por violencia de género. En estas intervenciones se han contabilizado 142 informaciones sobre el servicio de teleasistencia, y 75 altas de este servicio, 78 notificaciones del Programa Viogen, más diferentes atenciones de información referentes a vivienda, dependencia, o situaciones de vulnerabilidad. 

Por edades, entre las 895 usuarias, 292 tienen de 36 a 45 años. Otras 180 mujeres están en el intervalo de 26 a 35 años. Durante este año de legislatura, se ha atendido a 3 menores de quince años, y a 92 usuarias entre 15 y 25 años. En estas atenciones, se han contabilizado a veinte mujeres con algún tipo de discapacidad.

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