Shine a light | Gira española

Eterno Bryan Adams

  • El canadiense ofrece su mejor cancionero en Sevilla y homenajea a su padre al recordar su amor por el flamenco puro

Bryan Adams (Kingston, 1959) presentando en Sevilla su álbum 'Shine a light'.

Bryan Adams (Kingston, 1959) presentando en Sevilla su álbum 'Shine a light'. / Juan Carlos Muñoz

Sobre un escenario bastante espartano, una enorme pantalla de leds esperaba a que Bryan Adams y su banda se pusiesen delante de ella para comenzar con The last night on earth un enorme reguero de canciones, repleto de grandes éxitos además de las que, como esta primera, presentaba de su disco Shine a light, que es el que le da nombre a su actual gira, con la que ha venido al Palacio Municipal de Deportes de San Pablo, con un lleno absoluto de seguidores de todas las edades que cayeron rendidos a sus pies en cuanto enlazó las tres siguientes, en una jugada segura de Adams, eligiéndolas de los dos mejores discos de toda su carrera: Reckless y Waking up the neighbours.

Asentó el tono con Somebody, durante Can't stop this thing we started en la pantalla se proyectó un divertido vídeo en el que se le veía paseando por un centro comercial y sólo le reconocían uno de cada cien clientes, y el infeccioso riff con que se abre Run to you, a cargo de Keith Scott, el guitarrista que lleva junto a Bryan Adams desde que tenían dieciséis años, evidenció que con él tiene una química tan especial como contagiosa para con todos los asistentes. A pesar de no ser un guitarrista de gran renombre, Scott creó magia con su desgastada Stratocaster Sunburst y con su pasión mostró lo excepcional que puede ser un músico cuando realmente construye una relación de amor con su instrumento.

La canción principal de su nuevo disco fue la que siguió, y a pesar de no ser todavía uno de sus clásicos la gente la celebró igual, porque en realidad fue tan buena como las anteriores, con sus pegadizos coros que la convierten en una perla de pop-rock. La audiencia reaccionó al escuchar esta canción sobre una luz que brilla encendiendo las luces de sus teléfonos, lo que hizo que el gran polideportivo pareciese una brillante constelación.

Bryan Adams no necesitó apoyarse en una formidable estructura porque su espectáculo se basó en grandes canciones, en un sonido que perdió excelencia por las deficiencias del recinto, que no provenía solamente de las dos guitarras, sino también de la crudeza del bajo de Norm Fischer, la increíble energía de la batería de Mickey Curry y la sutileza del piano y los teclados de Gary Breit, y sobre todo en la calidez que emanaba de él y que nos transmitió a través de su música. Una calidez que sentimos especialmente cuando comenzó a sonar Heaven y la gente estalló en gritos admirativos. Adams sonó en esta preciosa balada muy suave, haciéndonos una maravillosa exhibición de su rango vocal, a pesar de que su garganta tiene ya 60 años.

La selección de canciones del canadiense fue excelente. La selección de canciones del canadiense fue excelente.

La selección de canciones del canadiense fue excelente. / Juan Carlos Muñoz

La selección de canciones fue excelente, y Adams dio la impresión de ser un artista comprometido, que disfrutaba haciéndoselo pasar bien a la gente mientras él disfrutaba también, en una relación de perfecta simbiosis durante todo el concierto que creó una atmósfera de pura alegría. A Go down rockin’, le siguieron It’s only love, con la parte vocal que originalmente hacía Tina Turner muy bien entonada aquí por Scott, aunque durante unos segundos Adams quiso hacer pensar a la gente que estaba allí la propia Tina; Cloud number 9 y You belong to me, con la que nos invitó a bailar y todos aceptamos.

Canciones de décadas diferentes, que ofrecieron una visión general de lo que Bryan Adams ha sido durante cuarenta años y continúa siendo todavía. Baladas como Have you ever really loved a woman?, desfilando por la pantalla artistas con antifaz entre los que se reconocía a Paco de Lucía o Leonard Cohen, y Here I am, que alcanzó un nivel completamente nuevo con los maravillosos acordes de piano interpretados por Breit como único acompañamiento a su voz y su guitarra acústica, fantástica también, y que tras un When you’re gone acústico que no dejó a nadie sentado en las gradas, alcanzaron su cenit con (Everything I do) I do It for you; majestuosa.

Back to you sirvió de efectivo puente para comenzar una nueva aceleración por las piezas de rock más rápidas: el clásico The only thing that looks good on me is you, el seminal Cuts like a knife; con 18 til I die ya estábamos derrotados, porque esos 18 años que conservamos hasta morir casi todos los que bailábamos en San Pablo desgraciadamente son solo mentales y el físico ya no les acompaña.

Adams en otro momento del concierto, lleno absoluto en San Pablo. Adams en otro momento del concierto, lleno absoluto en San Pablo.

Adams en otro momento del concierto, lleno absoluto en San Pablo.

Las siguientes canciones las eligió el público y a petición suya sonaron I’m ready, One night love affair y el encantador Please forgive me, con uno de los mejores solos de guitarra de la noche y alusiones constantes en su letra a Cristina, la chica que lo había pedido, que dieron paso a Summer of ’69, con todo el mundo cantando sus primeros versos en cuanto la reconocieron, porque era una de las canciones más esperadas de la noche y se hizo de rogar hasta ser la que puso el punto final del set de Bryan Adams, que escuchaba a la gente cantarla, quizás maravillado por la forma en que esa melodía que él había creado se elevaba esta noche en un momento de comunión entre un artista y su público como no habíamos visto por aquí desde que nos visitó Bruce Springsteen por primera vez.

La sesión de bises comenzó con otra de las nuevas canciones, I could get used to this, y si antes nos acordábamos del Boss ahora con esta otra nos venían a la cabeza los Stones y más tarde los Clash, cuando Adams nos pidió un esfuerzo más para que lo diésemos todo bailando al ritmo de I fought the law, el vetusto original de Sonny Curtis, mientras se iba mostrando en la pantalla a los que más lo hacían, creando así un feedback que incitaba a los bailones y besucones a hacerlo aún mejor.

Y entonces Bryan Adams se quedó solo en el escenario. Y nos impactó con la historia de cómo su padre amaba el flamenco puro y él por fin ha podido ver cumplido su sueño de cantar en Sevilla. Con ese pensamiento y dedicatoria a él comenzó Straight from the heart, la canción que ahora nos empezó a cantar de forma conmovedora, adquiriendo un nuevo significado cuando nos habló también emocionadamente del fallecimiento de su padre, ocurrido hace unos meses. La noche se cerró definitivamente con toda una multitud cantando al unísono All for love, tras la cual Bryan Adams nos dejó unos detallitos de Let’s make a night to remember y se retiró llevándose con él nuestros corazones.

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