Tribuna Libre

¿Aspira El Puerto a ser algo más que la calle Misericordia?

Una imagen de la calle Misericordia, en El Puerto.

Una imagen de la calle Misericordia, en El Puerto. / D.C.

Sí, ¿aspira El Puerto de Santa María a ser algo más, mucho más incluso que la calle Misericordia o que la conocida como la Ribera del Marisco y sus aledaños?

Es la pregunta que me hago siempre que vuelvo a la ciudad de los Cien Palacios, que alguna vez he calificado, en alusión al estado de muchos de sus edificios históricos, como la de las Cien Ruinas.

Vuelvo una y otra vez a El Puerto con la ilusión de que haya cambiado algo, de que hayan desaparecido muchas de las mallas que impiden que los cascotes caigan sobre el peatón que camina por las angostas aceras, que el edificio del Hospitalito no siga rodeado de alambradas.

Pero he de confesar que cada vez me siento decepcionado porque apenas ha cambiado el aspecto de su casco histórico, que, es sin embargo, junto al río y la proximidad del mar, el mayor atractivo de la ciudad.

Ni siquiera se han reparado los azulejos que hay sobre la fachada de la Fundación Rafael Alberti, algo que yo mismo denuncié en este diario hace tiempo, sin que haya evidentemente servido de nada.

El autor de 'Sobre los Ángeles' es sin duda el portuense más universal y su obra tanto poética como dramática, ha sido traducida a muchos idiomas, desde el inglés, el alemán o el italiano hasta el ruso o incluso el chino.

Pero no importa, la sede de la fundación que lleva su nombre y exhibe fotos y documentos de su vida y su actividad artística parece dormir el sueño del olvido.

No más optimista puede sentirse uno sobre el comercio local, al menos el del casco histórico. Otra cosa es Crevillet, donde viven mucha más gente, pero el visitante, sobre todo el esporádico, difícilmente se acercará a ese barrio por próximo que esté.

En la plaza de abastos hay cada vez más puestos cerrados, y muchos vecinos me cuentan cómo cogen el coche y van a los mercados de otras ciudades como Chiclana o Sanlúcar, que están mucho mejor surtidos.

La pujanza del comercio depende tanto de los vecinos como de los visitantes y por diversas razones, que van desde la desocupación de muchos edificios, hasta la carestía de la vivienda existente, el comercio de El Puerto no despega.

Como ocurre en tantos otros lugares, difícilmente puede un joven permitirse vivir, ya sea en régimen de alquiler o de propiedad en el centro, y ello pese a la existencia de tantas casas vacías.

Es de esperar en cualquier caso que las cosas cambien a partir de ahora, una vez aprobado el conocido como Peprichye (Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Puerto de Santa María).

Habla ese documento de los problemas que hasta ahora han obstaculizado o impedido mejoras o nuevas inversiones en tantos edificios del casco histórico: problemas de titularidad, falta de recursos, negligencia de los propietarios, inquilinos de renta antigua.

Confían sus autores en que la nueva estrategia “hará entrar inmuebles en el mercado por venta forzosa” y en que tendrá además “un elemento de presión sobre los propietarios”, que habrán de acometer voluntariamente las reformas necesarias o poner sus casas en el mercado “a precios razonables”.

Es de esperar que así sea, sobre todo que ahora para cualquier reforma no habrá que consultar siempre a Cádiz, sino que serán técnicos del propio Ayuntamiento portuense quienes den el visto bueno.

El problema, sin embargo, siempre ha sido, y no sólo en Cádiz, sino también en el Puerto de Santa María, uno de burocracia.

El documento ha quedado, tras años de espera, aprobado y ahora sólo hace falta algo por igual importante: ponerlo en práctica. ¿Hay personal suficiente para resolver con celeridad los problemas que vayan surgiendo?

¿Se logrará superar, como dice el Peprichye, la concepción exageradamente “conservacionista” del casco histórico, que ha impedido hasta ahora su renovación con consecuencias negativas como el “deterioro físico” y “degradación socioeconómica”?

Y al mismo tiempo, ¿se cumplirán otros buenos propósitos de los que habla el plan, como la reducción del transporte privado, que se utiliza ahora para todo, en beneficio del transporte público y de la peatonalización, siguiendo la tendencia de las ciudades europeas más progresistas?

Una cosa que me sorprendió desde que, viviendo aún en el centro de Europa, conocí hace ya años esta ciudad, es lo que se me antojó como abulia y falta de orgullo de muchos. Es algo que no veía en otras ciudades de la provincia. ¡Ojalá que esto cambie a partir de ahora!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios