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eulalio valmisa | psiquiatra

"Tenemos una sociedad que tolera muy poco las frustraciones"

  • El tiempo de espera ha pasado de 20 a 50 días de media en la Unidad de Salud Mental del Hospital de Puerto Real 

  • Se ha dado, también, un aumento en las consultas infantiles que había comenzado ya antes de la pandemia 

El psiquitra y jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Puerto Real, Eulalio Valmisa.

El psiquitra y jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Puerto Real, Eulalio Valmisa. / C.P.

No hay aún porcentajes exactos. Los sistemas de información de los centros sanitarios están volcados ahora en otros temas, pero en la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Puerto Real ya saben que el incremento en la atención de pacientes va a ser notable. Lo pueden medir en el tiempo de espera. Hasta no hace mucho, la media para ser atendido en una primera consulta era de unos 20 días y ahora se eleva a los 50 de media.

Lo habitual en los pacientes derivados a esta Unidad por parte de los profesionales de Atención Primaria es, principalmente, personas que llegan con problemas de adaptación. “Más que un trastorno mental lo frecuente es que tengan problemas para adaptarse a la situación actual de incertidumbre, desesperanza y miedo a perder el trabajo si es que no lo han perdido ya”, explica Eulalio Valmisa, psiquiatra y coordinador jefe de la Unidad. “Hay quien llega a tener una depresión, pero no llega a ser un trastorno mental y muchos ni tan siquiera precisan de tratamiento”, apunta.

Durante el confinamiento el uso de ansiolíticos y antidepresivos aumentó un 14%, según el análisis de los datos de dispensación de medicamentos en farmacia comunitaria, analizados por el Consejo General de Farmacéuticos. Esto, a juicio de Valmisa, se podría evitar, aunque entiende “las limitaciones” del sistema sanitario. “Los ansiolíticos y antidepresivos son unos fármacos muy necesarios y no hay que estigmatizarlos, pero muchas veces se receta y prescribe cuando se deberían usar recursos más sociales”. Estos pueden ir desde la intervención de la propia familia, escuelas o compañeros de trabajo, a la recomendación de ejercicio físico – mejor si es en grupo- o la participación en grupos socioeducativos que ahora, por las restricciones de la pandemia, no se pueden poner en marcha.

Esto pasa porque, en general, “tenemos una sociedad que tolera muy poco las frustraciones. Ahora cuesta asimilarlo, pero la respuesta que estamos dando como seres vivos es normal”, explica Valmisa. “Es normal que tengamos problemas para conciliar el sueño, que sintamos miedo porque los valores en los que nos hemos sustentado se nos han difuminado: la seguridad que teníamos en una vida de progreso; que sintamos enfado y rabia, porque es una forma de rebelarse ante la situación que hay. Esto es algo normal y que nos une a todos”.

Es decir, hay señales que debemos interpretar como “normales” y que no indican ninguna enfermedad. No es necesario consultar con un profesional si hay un problema de insomnio o una frustración, a no ser que se prolongue en el tiempo. “Unos 45 días, ese es el tiempo en el que podemos empezar a pensar que ya ha dejado de ser normal”, matiza Valmisa. Pero sobre todo, la alarma más evidente se enciende cuando causa una discapacidad, “cuando dejas de poder hacer las cosas que antes hacías, dejas de rendir en tu trabajo, en los estudios e incluso en las tareas domesticas. También cuando no eres capaz de relacionarte con los demás”.

"En estos casos lo deberá de valorar un profesional porque la tolerancia de cada uno es distinta e influyen muchos los factores personales. No hay que olvidar que los trastornos mentales tienen causa multifactorial".

AUMENTO EN LAS CONSULTAS INFANTILES

En el aumento de consultas a la Unidad de Salud Mental del Hospital de Puerto Real llama especialmente la atención el crecimiento de niños y adolescentes. “Nuestros hijos son un reflejo de lo que está ocurriendo, de los temores de las familias y ahora vemos más. No es que estén enfermos, sino que hay más malestar entre ellos. Por su edad, tienden a tener una visión más positiva de la vida que, de alguna forma, se les está frustrando”. Sin embargo, también en este caso, Valmisa llama a la calma porque “muchas veces es mayor la preocupación de los padres que lo que realmente ocurre”. Pero este incremento es solo debido a la pandemia. Antes de marzo del 2020, cuando estalló todo, ya se había advertido ese incremento que ahora se ha disparado.

LOS SANITARIOS PIDEN POCA AYUDA

El Hospital de Puerto Real, como otros centros de la provincia, mantiene activo un programa de apoyo emocional para los sanitarios en general, y para aquellos que trabajan en primera línea de la pandemia en particular. Ayuda para unos profesionales que se enfrentan ahora al inicio de la cuarta ola, con la experiencia de saber cómo fueron las anteriores. Eso, que puede ayudar profesionalmente, emocionalmente desgasta más porque la sensación de desesperanza, de frustración, de que la crisis sanitaria no tiene fin, les ahoga.

Sin embargo no han sido muchos los que han usado este programa. “Sí hemos atendido a compañeros pero no ha tenido la respuesta que se podría esperar. La mayoría han recibido apoyo pero algunos han sido derivados a consulta tras detectar algo más, que podría derivar en episodios en estrés o trastorno de ansiedad importantes”, dice Eulalio Valmisa.

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