Cada día, Pepe llega a su lugar de trabajo, en la factoría de Airbus Puerto Real, en bicicleta. Lo hace desde su casa, en El Puerto. "Ahora, como está Los Toruños, se viene perfectamente; tardo una media hora". Pepe González Calle tiene 60 años y es un deportista nato, pero también se ha hecho un hueco en la historia de la factoría y de la propia Airbus. Hace unos meses fue elegido como the best craftsman, es decir, el mejor artesano de todas las factorías del consorcio aeronáutico.

"Fue como estar en la gala del Balón de Oro", recuerda hoy Pepe. Aquella gala, celebrada en Amsterdam, sirvió para conocer a los ganadores de cuatro títulos distintos. Todos forman parte ya del Hall of Fame de la compañía y retendrán su premio durante dos años. En el caso del premiado gaditano, desde su puesto de trabajo en Puerto Real recuerda algunas anécdotas de aquel día.

"Estábamos nominados cuatro: uno de Getafe, otro de San Pablo (Sevilla), otro de Bremen (Alemania) y yo. A mi lado estaba el presidente de Airbus, Tom Enders, y mi familia que venía conmigo. Mi mujer me preguntó si él también estaba nominado -no lo reconoció-. Le dije que sí, pero que le iba a ganar". El buen ambiente continuó cuando sonó el "the winner is". Recogió su premio de manos del responsable de Operaciones del grupo, Tom Williams. "Cuando ya me dieron el premio se quedó hablando conmigo, y ni él hablaba español, ni yo inglés. Así que le di un grito a Antonio -Antonio Rueda, el director de Airbus Puerto Real- y le pedí que hiciera de traductor".

Pepe González Calle lleva en Airbus nada menos que 36 años, desde 1981. Ahora comparte la alegría del premio recibido -incluso la "lógica carga" que recibe de sus compañeros por ello- con la alegría de que en seis meses se habrá jubilado. Toda una vida dedicada a un sector, el aeronáutico, que ha visto crecer mejor que muchos de sus actuales dirigentes.

"Esta fábrica -la de Puerto Real- se hizo porque conseguimos el contrato para el estabilizador del MD11 de McDonnell Douglas; si no, no se hubiera hecho. Recuerdo que pensaba que con lo que pesaba sólo aquél estabilizador, cuánto pesaría el avión entero. Era todo acero, no había nada de fibra de carbono o materiales compuestos. Eran otros tiempos".

Aquí reside una de las claves del premio concedido a este operario. Ha sabido adaptarse a la continua evolución de un sector, el aeronáutico, que ha hecho de la innovación y la tecnología su razón de ser actual. "Antes era todo mucho más manual, artesano. Antes era importante tu destreza, había que poner la chapa, marcarla, trazarla, darle su orilla... Pero hay que adaptarse y evolucionar. En taller salen muchas de esas ideas. Y se nota que la dirección se preocupa, se vuelca mucho con la gente de taller porque es de donde salen las ideas, de abajo. ¿Quién mejor para ofrecer mejoras que quien lo hace todos los días?. Hay premios a la mejor idea del mes, por ejemplo. Son cosas sencillas, pero la gente se vuelca y está contenta", asegura.

Esto también conlleva movilidad. Recuerda que ha trabajado hasta en cuatro factorías distintas a lo largo de su vida, desde Toulouse (Francia) a Getafe y Sevilla. Y este mismo año trabajó varios meses en el A350 en la fábrica de Hamburgo y hace tiempo lo hizo en la misma planta durante un año entero, en la línea de montaje final del A320. Aquí hace una pausa para explicarse: "Y yo no sé ni inglés, pero yo me pongo en mi puesto, hago mi trabajo, y punto. En eso aquí somos distintos. Allí en Alemania tienes que demostrar que eres buena persona, ellos se cierran. Cuando comprueban que se pueden fiar de ti, entonces te admiten. Aquí en Cádiz llega un alemán y el primer día lo cogemos y le decimos "ven picha, vamos a tomarnos una cerveza". Si después es un malage lo mandamos al c...".

Pero, por encima de todo, el galardón es para Pepe, ya en el final de su carrera, otro reto: "Con este premio te enfrentas a ti mismo; no te puedes relajar, y menos si te dan una tarea fácil".