700 años de drama shakespeariano
Se cumplen 700 años de la muerte de Guzmán el Bueno en la sierra de Gaucín · El héroe de Tarifa fue, según el historiador Juan Luis Carriazo, un ejemplo de las posibilidades de promoción de Andalucía
En lo que entendemos como biografía de Guzmán el Bueno, se dan varias circunstancias que se encargan de romper el cliché. Ha pasado a la historia como icono del caballero cristiano, pero tenía contactos fluidos con los musulmanes y llegó a trabajar de mercenario en Marruecos. Su figura, en el imaginario del hombre actual, está ligada al episodio del sacrificio del primogénito en Tarifa: para el hombre medieval, Guzmán el Bueno remitía a gestas de caballería clásica. Y más que como guerrero, su trayectoria es ejemplo de las posibilidades de promoción social que había en Andalucía.
"La cuestión de que fuera mercenario en el norte de África choca bastante desde nuestra época actual, en la que solemos pensar en cristianos y musulmanes como bloque -explica Juan Luis Carriazo, autor del perfil sobre el personaje que aparece en la revista Andalucía en la Historia, publicada por el Centro de Estudios Andaluces-. Pero en realidad no había divisiones tajantes: en la conquista de Sevilla, Fernando III, por ejemplo, contaba también con tropas musulmanas. No es un hecho peculiar la relación de Guzmán el Bueno con los musulmanes, pero sí lo convierte en una persona interesante. Sobre todo, a raíz de los problemas de finales del reinado de Alfonso X: un contexto en el que Guzmán el Bueno se convierte en figura clave".
Carriazo, medievalista de la Universidad de Huelva, comenta que el gran problema del estudio del 'héroe de Tarifa' es que no se conservan tantos documentos de la época: "Gran parte del archivo familiar -explica- se perdió cuando los guzmanes se aliaron con los Trastámara y fueron perseguidos por Pedro el Cruel. El archivo de la casa desapareció, aunque después los descendientes de Guzmán se encargaron de pedir copias".
Así que lo que nos queda, sobre todo, son las crónicas. Respecto a Guzmán el Bueno, la gran crónica es la de Barrantes Maldonado, que escribe, en 1541, una Crónica de los Duques de Medina Sidonia en la que el gran héroe sin distinción es Guzmán. "Al implantarse en Andalucía, el linaje leonés tenía la necesidad de forjarse un nuevo fundador -comenta Carriazo- y para el hombre medieval, ese antepasado solía tener un referente mitológico".
De hecho, la biografía relatada de Guzmán el Bueno recoge dos clásicos de la mitología historiográfica: el exilio por honor, al igual que el Cid; el episodio de la lucha con la sierpe y el león como el compañero, que hacen referencia a las luchas de los héroes contra dragones y al acervo artúrico, con precedente en el sir Ywain de Chrétien de Troyes. "Antes de Barrantes, hay una biografía caballeresca del siglo XV sobre el personaje, que es la más antigua -continúa Juan Luis Carriazo-. Y ahí se insiste mucho en esa simbología, mientras que el puñal de Tarifa parece más un elemento de drama renacentista. El referente de Guzmán el Bueno para los hombres medievales era la historia del león y la sierpe, que aparece en el emblema heráldico".
También encontramos entonces el tema de los hijos del héroe: no se habla de un primogénito, sino de varios niños que había tenido con una mora en Marruecos. "Cuando Barrantes lo lee, concluye que obviamente este episodio no encarna los valores del perfecto caballero cristiano, y lo elimina. Aunque hay documentos del siglo XIII que hablan del sacrificio del hijo, por lo que hay que pensar que es verdad...", apunta el historiador.
Resulta curioso cómo un acto que a ojos actuales se consideraría cruel y talibánico, haya pasado como ejemplo de entereza y lealtad: "Llama mucho la atención porque es un acto con referencias bíblicas, que, por otro lado, son también una constante medieval -indica Carriazo-. Es cierto que Guzmán el Bueno perdió a su hijo, pero el tema del puñal se adorna con las leyendas, entra dentro del drama shakespeariano".
Para el historiador, Guzmán el Bueno ha terminado representando, sobre todo, las enormes posibilidades de promoción política que brindaba la Andalucía de la época: "Cuando él muere, la región llevaba sólo cincuenta años conquistada -explica-. Asistió a todo ese proceso y, aunque la población mudéjar se quedó en el campo, sí que había posibilidades para los caballeros de recibir localidades como señoríos, y también de comprarlas. Los guzmanes obtuvieron, entre otras cosas, el control de las almadrabas, que eran una gran fuente de ingresos. En este sentido, siempre se ha hablado de que era su mujer, María Alfonso Coronel, la que invertía y controlaba el patrimonio mientras el marido luchaba".
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