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Diario de las artes

Miguel Ángel Segura: El continuo trabajo artístico

Miguel Ángel Segura, en plena faena

Miguel Ángel Segura, en plena faena

Una obra de Miguel Ángel Segura Una obra de Miguel Ángel Segura

Una obra de Miguel Ángel Segura

El arte no debe tener espacios que lo frontericen. Es más, el bueno, la plasmación artística con mayúsculas, aquella que abarca todas las expresiones sin diferenciar manifestaciones ni posiciones, no los tiene. Tan importante es, hoy, un bien dibujo que una buena fotografía, una escultura que una videoinstalación, una pintura que una intervención espacial; sólo se debe exigir que estén sustentadas con criterios creativos, solvencia plástica, rigor expresivo y trascendencia en sus fórmulas compositivas con una forma perfectamente adecuada a los esquemas del fondo.

Miguel Ángel Segura es un artista todoterreno que hace de todo y todo lo hace bien. Sus variadísimas realizaciones así lo manifiestan. Es avezado escultor, con posiciones escultóricas acertadas – de las que, ahora, desgraciadamente, tan faltos estamos – que promocionan y hacen grande una escultura que él domina en todos sus conceptos y definiciones. Es pintor lúcido de los que dominan la técnica para acceder a los registros de la verdad pictórica. Es consumado cartelista – cartelista cartelista, no aficionadillo advenedizo que quiere acceder a posiciones para las que no está preparado – que, cada año, deja la impronta de lo que debe ser un cartel, del Tabanco de Luis Arriaza en Rafael Rivero–; casi todos con más trascendencia artística que los que se encargan por una oficialidad con poco criterio. Es diseñador de bellos espacios de interior, a los que impone máxima entidad artística con acertados mínimos elementos. En definitiva, Miguel Segura es un artista con amplísima magnitud plástica que la ejecuta en los más insospechados asuntos, todos con el entusiasmo de una verdad artística suscrita sin alharacas y con la pasión de un creador en sabio ejercicio de lo que debe ser

Miguel Ángel Segura estudio Bellas Artes en la Facultad de Sevilla. Fue compañero de un grupo de ilustres; algunos situados en lo más alto del escalafón artístico nacional. Desde un primer momento, demostró que su realidad artística no se detenía en un solo argumento sino que accedía a abiertas y amplias posiciones avanzadas siempre con la rigurosidad por bandera. En todas sus acciones el artista jerezano ha dado muestras que el arte no sólo es tener muchas ideas sino que es la creación y plasmación absoluta de esas ideas. Es autor de muy buenos proyectos, pero no sólo de proyectos que se quedan sólo en los principios generadores, sin una resolución adecuada o en formulaciones poco convincentes por no estar bien convencidas; Miguel Ángel Segura es artista de procesos creativos; goza con la ejecución, con la práctica formal, con el ejercicio sistemático que pone en evidencia la realidad generadora de la idea. Es artista trabajador, no de aquellos, tan habituales en el arte, que pasean delante del caballete, sin querer o poder plantear nada efectivo. Miguel Ángel Segura es creador nato, ejecutor eficiente de una realidad que él asegura y sustenta con la calidad del que sabe lo que hace, del que sabe cómo hacerlo y del que, además, no le duelen prendas en llevarlo a cabo.

A Miguel Ángel Segura no se le puede encasillar en ningún estamento creativo porque son muchos los espacios escénicos a los que otorga entidad artística. Es un artista que responde a muchos registros. Este que esto les escribe se interesó por su trabajo hace tiempo, cuando aquél era un joven llegado de Sevilla, con la carrera recién terminada y la cabeza muy bien ordenada. Lo vimos, en dos facetas artísticas de suma importancia; nos encontramos con un pintor sólido que realizaba una pintura muy bien confeccionada y que hacía patente una moderna iconografía, con un pop marcando muy buenas rutas ilustrativas de un universo pictórico con muchos horizontes. Era una pintura sobrada de expresión, con una filosofía creativa muy bien sustentada en una formulación técnica rigurosa, seria, con mucho carácter y un dibujo esclarecedor y sumamente determinante.

Al mismo tiempo hacía una escultura de muy amplio espectro, con la forma abriendo expectantes caminos para que el concepto quedara definido sin fisuras y yuxtaponiendo el continente al contenido. Una escultura valiente, sobrada de experiencia plástica y portadora de toda la esencia de la mejor escultura. Pintura y escultura que eran compartidas con trabajos de diseño y con propuestas artísticas de variado contenido. Así su exquisito dibujo servía para decorar espacios que nos transportaban a escenarios pretéritos con argumentaciones modernas; todo muy bien cuidado y dejando entrever una línea definitoria de máximos.

La Semana Santa, tan mediatizada por tantos escrúpulos de quienes muy poco tienen que aportar, ha servido para que Miguel Ángel Segura dejara constancia de su clarividencia creativa y sus sabias posiciones en una faceta de la que muchísimos pontifican, con escasas luces. En Diario de Jerez mostró su ideario creativo en una espléndida muestra con algunos de los personajes secundarios que aparecen en los pasos procesionales de nuestras cofradías. Con tan especialísimos protagonistas nos relató una historia artística diferente, los rescató de sus espacios naturales entre luces, cera y sones musicales; los despojó de sus históricas leyendas y los presentó en su justa medida de absoluta sinceridad artística. Con su cartel del Tabanco, cada año, rompe esquemas y abre las perspectivas a una situación que él magnifica y le da nuevo sentido.

Miguel Ángel Segura es un artista total; un artista implicado en un arte que él trabaja con pasión y entusiasmo, sin buscar pertenecer a esa élite artística – inexistente, aunque muchos se crean sus ilustres compromisarios – porque para él, la élite radica en el compromiso del trabajo edificante y continuo.

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