Contestando a los cientos de mensajes que en las últimas horas me llegaban al móvil, me acordé lo que siempre dice una querida amiga partiendo del sentido aristotélico de la amistad y sus categorías: amigos para pasarlo bien, los amigos por utilidad y los amigos por virtud, aquellos que sólo necesitan estar juntos. Me acordé de sus palabras porque las felicitaciones de Navidad, una vez fuera de la circulación aquellos entrañables crismas que se compraban en Simago – los más pudientes adquirían los de UNICEF- y que se mandaban por correo escritos con la mejor de las intenciones y la más fina caligrafía, hoy han quedado reducidas a los whatsapp – escribir la palabrita se las trae, es más fácil decirla- que te bombardean desde que los niños de San Ildefonso acaban con la cantinela y algunos, los menos, te llaman poco antes de que Su Majestad el Rey termine el discurso sentado ante el retrato de su excelsa familia. Las felicitaciones de Navidad son como los amigos aristotélicos de mi querida amiga. Hay muchos que cumplen por compromiso, los que en el fondo se acuerdan de ti para quedar bien. Existen muchos que lo hacen por no ser menos a sabiendas de que tú los vas a felicitar. Entre estos hay muchos – y esos sí que son de pena – que copian ripios imposibles y vomitivos mensaje inventados por el padre de la cursilería y te los mandan sin sonrojo alguno. Hay algunos, los menos, muy pocos, que cogen el teléfono y te llaman. Estos, al fin y a la postre – mucho postre dulce nos hemos hincado estos días para bien de las empresas farmacéuticas que venden Metformina de 850 mg- son los que, de verdad, valen la pena; los que no sienten la obligación de felicitarte sino que lo hacen porque te quieren y te desean lo mejor. Éstos, como van quedando tan pocos, ya no entran en el apartado de amigos, traspasan la categoría y son mucho más que amigos. Por tanto, entre los amigos del mensaje por whatsapp – lo he buscado en la wikipedia para no escribirlo mal – se va a tener que elevar a mejor categoría a muchos de ellos, incluso, vas a agradecer esa deferencia que, ahora, te parece, forzada. Son los nuevos tiempos de la Navidad por whatsapp. Y yo, pobre iluso, añorando los crismas de Simago. De todas maneras Feliz Navidad.

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