Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

¡Gora Franco lliure!

El deporte viene siendo utilizado como arma política y de propaganda

Megan Rapinone, la capitana de Estados Unidos en el Mundial de fútbol femenino, activista a favor de la comunidad LGTBIQ+, no cantó el himno americano como protesta a las políticas de Donald Trump. El deporte una vez más se convierte en arma política. Antes, en los Juegos Olímpicos de México 68, fue el puño negro al cielo, también durante el himno americano, al estilo Black Power, reivindicando la igualdad de derechos para los negros, de Tommie Smith y John Carlos (oro y bronce en 200 lisos).

Tanto en 1968 como ahora en 2019, el status quo dominante (gobierno americano, prensa y otras instituciones) condenaron los hechos, olvidando el motivo de la protesta y utilizando el teórico ultraje al himno o la bandera como elemento para humillar y desprestigiar al deportista. Más de lo mismo.

Al contrario, en los de 1936, Hitler mostró al mundo la supremacía de la raza aria. Al pobre Adolf se le atragantó un negro, desagradecido, llamado Jesse Owen, que jodió, con sus cuatro medallas de oro, la fiesta del anfitrión.

En España: igual. País futbolero, donde Franco se volcó en su equipo, el de España, el Real Madrid, un club moderno y europeísta, como demostró a base de copas de Europa en blanco y negro con los Yeyés. Hoy en día, el mejor club de fútbol del mundo, con la presencia de Aznar y adláteres, junto a Florentino, en el palco, sigue siendo un club muy y mucho español.

En diciembre de 75, Kortabarria (Real Sociedad) e Iribar (Athletic) saltaron a Atocha portando la ikurriña que poco después sería legalizada. La pena es que solo una parte de la sociedad vasca se adueñó de su significado a base de gritos de Gora ETA en las gradas. Por cierto, esos gritos los podemos olvidar, señor Otegui, pero los asesinados por unos terroristas, como es humano pensar, sobre todo para la familia del asesinado, es altamente impensable. Hay diferencia entre gritar y asesinar.

El Barça, més que un club dicen, pues més de lo mateix. Un club secuestrado por una parte de la sociedad catalana para reivindicar la segregación de Cataluña, lazos amarillos incluidos. ¿Qué pasa con los millones de culés que aman el club y no son catalanes? És més o és menys. Pep, servidor de una dictadura, nos quiere dar lecciones de democracia. ¡Gora el deporte lliure!

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