Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Nadal, el embajador

Arabia Saudí compra al tenista español

Cuando me enteré de que Arabia Saudí había fichado a Rafa Nadal como embajador del deporte en general y del tenis en particular sentí una profunda decepción. Cuando él explicó por qué decidió hacerlo, tal decepción se hizo más honda aún si cabe.

Partiendo de la base de que cada cual puede hacer con su vida lo que le plazca, no es menos cierto que personas tan populares e influyentes deberían se conscientes de los pasos que dan. Me he hartado a lo largo de estos años de exaltar la figura del tenista manacorí. Frente a políticos y dirigentes corruptos glosaba la capacidad de sacrificio, la educación, el respeto por los rivales que siempre nos ha mostrado Nadal. Pero si he criticado que la FIFA se vendiera a Qatar por dinero o la Federación Española de Fútbol a Arabia Saudí por treinta monedas de plata, no puedo mirar a otro lado con la decisión de Nadal.

Insisto, cada cual tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que considere con su vida, buscar los aliados que considere necesarios, hacer negocios donde sea, pero por favor, que no intenten engañarnos. Si tanto le importa implantar en los niños y niñas de Arabia los valores del tenis como él ha comentado, por qué no hace lo mismo con los niños de Perú, Venezuela, Burundi o Somalia. Estos últimos países son tan pobres que no tienen dinero para ofrecer a Nadal.

Si en lugar de su justificación, hubiese comentado que se trata de un acuerdo comercial beneficioso para ambas partes, hasta le hubiera entendido aunque no comulgase con él. ¡Ojo! Una cosa tengo clara, a Rafa Nadal lo que yo piense y el resto de los mortales le importa un bledo, pero, con todo el dolor de mi corazón, a mi se me ha caído un mito.

Por supuesto, Nadal seguirá siendo el mejor deportista español de todos los tiempos y uno de los más grandes tenistas de la historia a nivel mundial, pero el dinero, el muchísimo dinero, le hace ser un poco Groucho Marx cuando dijo aquello de "estos son mis principios y si no le gustan pues los cambio" o algo así.

El club de los Guardiola, Xavi, Piqué, Rubiales, defensores de estos países totalitarios donde los derechos humanos están cercenados de manera sistémica, donde las mujeres son personas de segunda, donde se persevera en las desigualdades, tienen un nuevo compañero y embajador, el más grande posible, Rafael Nadal. Solo me resta desearle mucha salud para que pueda gastarse el dinero.

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