¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El AVE barato, para Cataluña

No ha sido casualidad que Ábalos haya presentado el 'AVE low cost' a Cataluña al mismo tiempo que negocian con ERC

Más que los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo 92, el símbolo del triunfo de la España democrática fue la inauguración del AVE Sevilla-Madrid. No lo decimos sólo por el hito técnico que supuso su construcción, ni por la estampa propagandística que suponía su futurista y silenciosa silueta recorriendo la Meseta Sur, Sierra Morena y el Valle del Guadalquivir (geografías de la España más exótica y fatal), sino porque dejó clara la intención del nuevo Estado de apostar por un país más equilibrado territorialmente y la ruptura del viejo pacto oligárquico que consagraba un norte industrial y un sur agrario. De todos es sabido que el presidente González, quien al igual que Cánovas era un andaluz con verdadera visión de Estado, quería evitar que en España se repitiese la dramática diferencia que existe en Italia entre un norte cuasi germánico y un Mezzogiorno varado en las vías del desarrollo. Las diferencias territoriales en la Bota son tales que algunos defienden que la unificación italiana no fue más que una guerra de expansión hacia el sur del Piamonte para conseguir cereales y mano de obra barata. Garibaldi y sus camisas rojas sólo actuaron en este drama como los tontos útiles. El Mezzogiorno, lógicamente, se vengó con ese cáncer del Estado italiano formado por el binomio Mafia-Camorra, eco negro del reino de las Dos Sicilias.

Viene a cuento esta ociosa perorata por el anuncio de la puesta en marcha en abril del AVLO, que es como se conoce al AVE low cost con el que Renfe se quiere adaptar a los nuevos tiempos de la liberalización del mercado ferroviario. Lo que nos llama la atención es que la primera línea elegida para la puesta en marcha del AVLO es la que une Madrid con Barcelona, dejando a Andalucía para una segunda fase de implantación sin fecha de ejecución. En principio no hay nada que reprochar. Hablamos de la conexión de las dos ciudades más importantes del país, por lo que la decisión responde a la más absoluta lógica. Sin embargo, es inevitable hacer una comparación entre los dos momentos históricos en los que se han desarrollado ambos proyectos. En el primero vemos una democracia pujante, orgullosa y bien dirigida, dispuesta a forjar un Estado cohesionado, pese a los problemas y chanchullos; en el segundo, un sistema fatigado, desgobernado e inseguro dispuesto a negociar con los que han intentado volarlo. No ha sido casualidad que el ministro Ábalos haya presentado el AVLO -que hasta abril no estará en marcha- al mismo tiempo que sus compañeros negocian con ERC el Gobierno. ¿Alguien lo puede dudar?

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