Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Hacer bien las cosas

No se trata de ganar, sino de mejorar

Las cosas o se hacen bien o no se hacen. Esa es otra de las grandes diferencias entre los que triunfan en cualquier faceta y a cualquier nivel en la vida y el resto de los mortales. A mediados de enero se hizo viral la reacción de una jugadora de baloncesto de la liga universitaria americana. Su nombre es Sabrina Ionescu, americana de padres inmigrantes rumanos y de 22 años de edad.

El caso es que, tras ganar un partido con su equipo, los Ducks de Oregón, a pie de cancha una periodista le fue a preguntar por su gran actuación, ya que había conseguido lo que en el argot se denomina un triple-doble, en este caso 17 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Ella pone cara de no creérselo y alguien le pasa las estadísticas del partido y en ese momento, abre de par en par los ojos y se le escucha decir algo como: ¡He perdido seis balones, esto no puede ser!

Esa reacción ha sido incluso alabada por el propio Lebrón James, pero en el fondo refleja una actitud frente a la vida y al deporte de esta joven deportista. De hecho, si se indaga en su corta carrera deportiva, podemos descubrir que está batiendo muchos records individuales, pero sobre todo que tiene un compromiso por hacer las cosas, llegar hasta el final y hacerlas bien. Este pasado diciembre la WNBA la quería elegir como número uno del draft, pero ella, a la que le queda un año en la universidad, ha pospuesto su marcha al baloncesto profesional porque dice que todavía no ha terminado el trabajo que empezó en los Ducks, que no es otro que ganar el campeonato universitario.

Gane o no, eso se verá esta temporada, lo que Sabrina nos enseña con sus palabras, pero principalmente con sus decisiones y sus actos, es la importancia de saber asumir nuestras responsabilidades hasta la últimas consecuencias, siempre con un espíritu de superación, de mejora, de crecimiento.

Hay quienes alcanzan el éxito y desde ese momento empiezan a morir, solo quieren escuchar alabanzas, elogios, adulaciones. Se sienten como dioses. El tiempo, inexorable, termina por hundirlos. En cambio, aquellas personas que, como Sabrina, se fijan en los errores cometidos y trabajan cada día para evitar que se repitan, difícilmente sentirán el fracaso. Porque aunque caigan derrotadas, sabrán que han hecho todo lo posible y esa seguridad interior es la que les conferirá paz y equilibrio.

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