Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Xerez, siempre

A raíz de las pintadas que no debieron ser

ENTRE pureza y libertad anda el juego. Ahora que parecía que las aguas bajaban tranquilas, que cada cual iba por su lado avanzando en su camino, buscando su sitio, llegan los de siempre amparados en la clandestinidad y se ponen a hurgar en una herida entre los que fueron hermanos. Encima escogen un colegio para hacer 'pintaditas' que pretenden herir y hacer daño.

Entre pureza y libertad seguimos viviendo. Pero la vida sigue igual, antes estaban los padres de estos volcando coches de policía y persiguiendo periodistas, mientras que ahora de momento hay justicieros del pincel que te dicen como debes de pensar, de quien tienes que ser y como vivir. Más de lo mismo.

Entre la pureza y la libertad se impone el sentido común. Al menos eso se desprende de los comunicados de los representantes de uno y otro bando. Pero por el bien de la convivencia social en nuestra ciudad, desde ambos lados se deberían localizar y excluir a semejantes energúmenos, pero como antaño, me atrevería a asegurar que eso no ocurrirá. Ejemplos sobre los que sustentar esto último los hay muchos y más graves aún si cabe. La hemeroteca nos podría ayudar a recordar si es que estamos desmemoriados.

La pureza y la libertad transitan por caminos divergentes. Sobre el origen existen diferentes versiones, yo tengo la mía particular porque estuve en el Ruiz-Mateos, porque fui a votar aquel esperpento de referéndum, pero da igual mi opinión, ni ninguna otra. A esta altura de la película, entre 3.000 y 5.000 aficionados van a apoyar al de siempre o al otro y eso es lo único triste de esta historia, pero es lo que hay. Llegados a este punto, lo único deseable sería que cada hermano viviera y dejara vivir. Cada cual que caminase como quiera, por donde quiera, sin ser considerado enemigo de nadie. Tengamos la vida en paz.

La pureza y la libertad avanzan con muchas dificultades. Porque mientras seguimos enfrascados en descubrir la verdad, de saber si son galgos o podencos, de si churras o merinas, de si blanco o negro, pasan los años y esta ciudad, Jerez, que vive engreída mirándose el ombligo, sigue con un fútbol de quinta categoría. Mientras esta mentalidad pueblerina, excluyente, egoísta, interesada y cortoplacista sigan siendo nuestra forma de ser, Jerez siempre seguirá fracasando. Xerez, siempre.

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