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Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

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Lola Flores en la obra de Francisco Umbral (II)

Francisco Umbral afirmó que “Lola Flores es de la raza española de los improvisadores, de los heterodoxos”.

Francisco Umbral afirmó que “Lola Flores es de la raza española de los improvisadores, de los heterodoxos”.

En ‘Mis mujeres’ Umbral ha recogido gran parte de su periodismo de “temas femeninos, amorosos, sentimentales, eróticos e incluso frívolos. Algunas frases de Lola: “Dios castiga la injusticia de los hombres. La carne es una cosa humana (…) La injusticia sí que es mala, yo quiero que todo el mundo coma y que haya caridad (…) Yo nunca he querido ser marquesa de nada (…) Un hombre con el que nunca tuve nada que ver pero me ayudó mucho y se portó muy bien fue Cesáreo González (...) Bruja no soy y no me importa el número 13 ni ir en un asiento 13 ni el día 13 pero al martes 13 ya le tengo más miedo, aunque supersticiosa no soy. Bruja no, pero conozco enseguida a la gente y sé cómo son las personas (…) Lo que no me gusta de mi cara es la nariz. Nunca me la he operado por no perder la personalidad, pero yo soy una mujer muy atractiva y lo sigo siendo (…) Yo respeto mucho las madres solteras. La que quiera tener un hijo que lo tenga. El niño debe nacer (…) Sí, yo salgo mucho a la calle porque soy acuario y necesito que me dé el sol. Voy a la boutique o donde sea. Y me gusta cuando me dicen piropos los que están pintando la pared y no se fijan que soy Lola Flores porque siempre he tenido el dolor de dudar si la gente me quería por mí o por ser Lola Flores (…) Duermo muy pocas horas porque no necesito más. Leo mucho antes de dormir hasta caerme de sueño. Me gusta mucho leer. Sobre todo periódicos”.

En 1977 este cronista de larga cabellera y gafas de culo de botella presenta ‘Amar en Madrid’. Manejo una edición de bolsillo 1991que reedita Destino. En la contraportada se subraya que a Umbral “le interesan todos los aspectos de la ciudad desde las minúsculas de la vida cotidiana al mundo exquisito de la dolce vita y la gauche divine pasando por ácidas y nostálgicas evocaciones del Madrid castizo de las Maripepas, los taxistas o la gente de Serrano”. En la página 141 inicia una amplia glosa que bascula entre los primeros fracasos de la jerezana y su capacidad de supervivencia ante la adversidad laboral. Espigo un fragmento que resulta interesante: “Ya en sus años de aprendizaje le decían que no se podía con ella porque aprendía los pasos de baile y luego bailaba como a ella le daba la gana. Efectivamente Lola Flores es de la raza española de los improvisadores, de los heterodoxos, de los que van por libre. No ha hecho ella otra cosa que repetir siempre su “lerele” en todo lo que ha realizado, del mismo modo que hay escritores que escriben siempre el mismo libro. Eso es un síntoma de genialidad, de personalidad. La raza del “lerele”, la raza de los “lereles” es una raza muy española. ¿No hizo don Miguel de Unamuno una filosofía “lerele” frente a la gran filosofía europea de Kant y de Hegel? ¿No hizo Baroja una novela “lerele” frente a la gran novela de Stendhal y Balzac? ¿No ha hecho Picasso una pintura “lerele” frente a la pintura académica de los italianos y los flamencos? En su época de Manolo Caracol, Lola Flores se acuña definitivamente como mito nacional”.

Con boato y respuesta multitudinaria la Gran Vía presenta una asistencia masiva de público cuando, en 1984, presenta por todo lo alto su libro ‘Trilogía de Madrid’. Planeta acierta sobre una obra con muchos nombres en negrita. Lola Flores aparece en las páginas 134, 135, 165, 181y 274 de la edición de nuevo de bolsillo que saltara a las librerías años más tarde. El escritor alude a una de sus primeras entrevistas a Lola. Matiza que “aquella entrevista se vendió bien” porque la reprodujo de manera fónica: “claro, lo que nunca se les había ocurrido a los reporteros que entrevistaban a Lola a diario, que describían su manera de hablar, conocida del público por la radio, la tele o en directo”. Umbral va más allá al aseverar que “la casa de los Flores era como un campamento gitano -o una teoría de campamentos- sobre un hogar burgués de clase alta rampante con bargueños y boj”. El escritor asegura que la reproducción fónica de la entrevista no gustó a la artista. Comprensible y defendible en una andaluza por derecho. Umbral no acertó a vislumbrar que aquella grandeza se llamaba “acento”. Aunque, por estrategias compensatorias, el articulista añade que “luego le he hecho muchas entrevistas a Lola y un día me dio dos besos en el Eslava y me dijo cómo te comprendo, Umbral, ahora sí que te comprendo (…) Lola Flores, que ya ha pasado por estas memorias, me parece era mujer fetiche con más significaciones que incitaciones”. Lola Flores en los libros de Paco Umbral es un suma y sigue. Hasta la tercera entrega el próximo lunes, estimados lectores. Esta simbiosis entre la folclórica y el intelectual cosechará más frutos…

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