Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Como cada año los informes de Oxfam Intermón sobre las desigualdades económicas están disponibles en su web, totalmente recomendables y escandalosos, con cosas como que cinco empresas internacionales valen igual que varios continentes juntos, y que en España se concentran las empresas cada vez más, la distribución de los beneficios crecientes es en su mayor parte para los accionistas pero sin generar más empleo, la mejora de salarios va para una minoría acrecentando las diferencias, se estanca la diferencia de género en lo laboral, sigue la evasión fiscal y el maquillaje pseudoecológico mientras se destroza todo, y la mitad de la población sólo posee un 8% de la riqueza de nuestro país, mientras un 1% posee el 22,4%... Me hace gracia el discurso antigravámenes, Andalucía compitiendo por arrebatar la medalla neoliberal a Madrid, para atraer inversión, dicen. Si cogiéramos los Presupuestos Generales del Estado y sumáramos las cantidades que van a parar a empresas directa o indirectamente, además de toda infraestructura cuya utilidad es indispensable para el crecimiento de las mismas, veríamos que nuestro Estado entiende poco de liberalismo, salvo que esa utopía incluya no dar dinero y servicios a quienes lo necesitan. La Comisión Europea acaba de autorizar 902 millones de euros en los bolsillos de la empresa sueca Northvolt, fabricante de baterías, dicen que por su importancia estratégica y para que no se vaya. ¿No era el mercado, amigo?

El Estado es moderado por interés propio, porque cuanto más consumo repartido, más ingresos; sin embargo protege, bajo la supuesta amenaza de ruina, a los ricos inversores financieros para dar migajas a los asalariados, menos ingresos, además de ceder a rebajas de impuestos no sea que se molesten. Ésta es la gran mentira de una derecha que, en realidad, no es liberal: el liberalismo no debe atender al beneficio privado sin más sino a la excelencia y el mercado. Sin embargo, si no fuera por un Estado proteccionista (con el capital) y antiliberal, los acumuladores de riqueza no podrían campar a sus anchas.

Afirmamos que, disfrazados de liberales, unos cuantos listos apoyados en los partidos políticos están convirtiendo la democracia en una empresa extremadamente rentable, porque manejan los resortes económicos pero también el poder político, el ejercicio de la violencia legal, las leyes, los movimientos de capital y personas... Ya saben el chiste: el Código Mercantil es para los ricos y el Penal para los pobres. El 4 de enero un ejecutivo inglés ha ganado lo mismo que un empleado, de media, en el año completo, esto es lo que se conoce como Día del Gato Gordo. Lo triste es ver cómo esta avaricia, con desembocadura en la obscenidad, es el modelo de vida al que aspiran las nuevas generaciones; qué engaño, porque sólo es posible sobre el fracaso de una mayoría, y qué triste: la estupidez no se cura con dinero.

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