
La colmena
Magdalena Trillo
Moreno de playa
Cambio de sentido
Cuando a una formación política que niega la existencia de la violencia machista (el dato de 23 mujeres asesinadas este año a manos de esos que tanto las querían no les da pistas) y que aborrece del feminismo (en su nomenclatura lo llaman ideología de género, ignorando que ideología de género hay una, el machismo) le entra el apretón de defendernos a las mujeres de otras culturas opresoras y sus oscuros violadores, y de idealizarnos con IA moninas y en tirantas, conviene desconfiar. La defensa repentina de los derechos de la mujer, venida de los nostálgicos de doña Pilar y sus labores, y del régimen que nos encomendaba a la tutela del marido, resulta desternillante. Digo esto, efectivamente y entre otras cosas, por las vallas que Vox ha puesto en El Ejido con tal de seguir llenándole el tarro de cobardía y falacias a esa “España inferior” –Machado dixit– a la que la cabeza le sirve para embestir. A los cazadores de hombres en Torre Pacheco me remito. Puestos a demonizar y a tupir de falsas dicotomías, podrían habernos dado a elegir en el cartel, para nuestro regocijo, entre una rusa de mejillas encarnadas, representante del 2,6% del municipio almeriense, y la mirada pétrea de Pepa Millán; o entre un dios de ébano y Figaredo. Tal vez así, dada la vuelta, se ve mejor la artera trampa argumental que clama, más que al cielo, al intelecto. Con ello no quiero decir que los ideólogos ultras tengan un pelo de tontos, más bien toman por tales a los votantes de su caladero, no sé si con razón.
Pero aquí no queda el contradiós. Otro ejemplo: el nacionalismo feroz de las ultraderechas del solar europeo se pliega a los dictados de una suerte de Internacional Nacionalista, concepto que me pirra. Los Patriots for Europe ni son tan patriots ni están for Europe. A la hora de la verdad, entre el forastero de Trump y los productores españoles agobiados por el chantaje arancelario, escogen, sin aflojarse ni un poquito el nudo de la rojigualda que portan de capa, la bota del tal Trump. Cuanto peor le vaya a la España real y actual, mejor. Es la distancia que media entre patriotismo y patrioterismo, entre la realidad y la idea; es lo que tiene amar una noción de nación, imposible e indeseable, y odiar la realidad diversa, compleja, constitucional y puesta al día que nos puebla.
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