Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez 1973-2023: cincuenta años del cierre de San Pedro

El periodista Ángel Revaliente junto a don José Rodríguez, histórico párroco de San Pedro.

El periodista Ángel Revaliente junto a don José Rodríguez, histórico párroco de San Pedro.

Verticalidad de la intrahistoria jerezana. Pureza centrípeta de los años 70. Postrimerías de la década. Pongamos que hablamos del año 1978. La ciudadanía se mostraba entonces por entero preocupada: las obras de reconstrucción de la iglesia de San Pedro estaban prolongándose en demasía. Aunque la parroquia se había trasladado a la Compañía de María, esto no fue óbice para que el coqueto templo casi perdido en el centro neurálgico de la ciudad contase con su legión de parroquianos ávidos de una resurrección arquitectónica que no terminaba de producirse. Ya dijo Azorín que “vivir es ver volver”. Pronto dedicaremos un ‘Jerez íntimo’ monográfico a la cuestión técnica de este proceso de restauración que sumó algunos años más de los previstos inicialmente. La restauración de San Pedro copó páginas completas en el periódico local ‘La Voz del Sur’. Este rotativo se hizo enseguida portavoz del sentir reivindicativo y sentimental de los jerezanos. San Pedro era la casa de muchos y, con su cierre, se produjo como una especie de extraño exilio sin necesidad de ningún despedazamiento. Huérfanos de casa, desplazados del asidero espiritual de un hogar que daba calor y liturgia a la sencilla gente de esta céntrica ubicación de Jerez.

Dos periodistas, de fina pluma y jerezanía a raudales, encabezaron la heroicidad de una campaña mediática a favor de la anhelada apertura de la iglesia. Manolo Liaño, gran cronista local que más pronto que tarde las nuevas generaciones de habitantes de nuestra Muy Noble y Leal Ciudad han de rememorar, y Aredo, esto es: un muy joven -prácticamente chiquillo- Ángel Revaliente Domínguez: uno de los ejemplos más prístinos de la vocación periodística a nativitate. ¿El logro de San Pedro al fin abierto de par en par se debe en buena medida a la acción y al tecleo incesante, a los reportajes -nunca mejor dicho- a pie de obra, de estos dos redactores pertenecientes al estilo caliente y literario del denominado viejo periodismo? No cabe la menor duda que sí. Al César cuanto al cesar corresponde. Y a Dios lo que es de Dios -porque además el párroco de entonces (de tan larga data que marcó época), don José Rodríguez Jiménez, tampoco escatimó esfuerzos y gestiones en pro de tan anhelada hazaña. Verbigracia aquella venta del inmueble de la calle Naranjas, casa natal de Lora Tamayo.

Don José derramaba una fuerte y consolidada personalidad a borbotones. Andaba como en corta mecida de costero a costero. Arrastrando los pies como en pisada costalera de los hombres de Ariza. Y ello daba como un cierto bamboleo, muy lento y rítmico, a los dobladillos de su sotana. Parecía que poseía una frente retrasada por el estiramiento de su peinado hacia atrás, tirante y homogéneo, de Madelman de antigua generación, aquellos que no tenían pie y calzaban botas negras encajadas como horma de zapato. Don José era duro de roer, pero igualmente desgranaba una Fe limpia y leal a todos los dictados del Evangelio. Pese a la a veces rudeza de su temperamento, destapaba una afectividad que pronto concitaría el cariño de sirios y troyanos. Don Jose era recio como un toque de retreta. Como el reflejo diamantino de la espada de Damocles pero también como el latido fraternal de Abel.

San Pedro cerró el 14 de diciembre de 1973: ahora se cumplen justamente cincuenta años. No obstante el derribo da comienzo en 1976. La foto que hoy publicamos muestra el proceso del revestimiento interior. Seguidamente los trámites crecieron por doquier. La burocracia administrativa del a menudo “vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra. Don José también en este sentido puso manos a la obra. Y sobrevinieron los trámites con Bellas Artes, con el arzobispado de Sevilla y, a más inri, la búsqueda incesante de la financiación. Tomaban carta de naturaleza los primeros préstamos bancarios… Todos a una, como Fuenteovejuna. La feligresía no se cruzó de brazos. No hizo la vista gorda, ni el oído sordo. Téngase en cuenta además la preeminencia social que, por aquellos entonces, el barrio de San Pedro concertaba: en el núcleo costumbrista de sus calles anidaban la algarabía de su colegio, el tránsito de sus comercios -como el caso de ese germen de gran supermercado que Paulino abrió en la esquina de Bizcocheros con Gáspar Fernández-, a la sede de la redacción del periódico de la ciudad, a su barbería, a la población de su gente de bien. Curiosamente una de las maniobras que más ralentizaron el comienzo de las obras fue el desmontaje del órgano -tan es así que se precisó la intervención de un especialista al tratarse de una pieza de gran valor-. Cincuenta años del cierre de San Pedro. En la imagen observamos al periodista Ángel Revaliente junto a don José Rodríguez. Jerez, así como fuimos. La historia merece ser constatada. Como una rúbrica de sol y añoranza. Como un signo en la hora indeleble de la memoria…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios