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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Para que nadie se moleste

Todo se llena de luces, se disfrutan vacaciones, las familias se reúnen, ocultando lo que se celebra

Un amigo que vive en Barcelona me envía la fotografía de un enorme belén sin Belén, un enorme nacimiento sin Nacimiento, una acumulación de personas y personajes sin pajes, ni Reyes Magos, ni pastores, ni, por supuesto, una señora llamada María, un señor llamado José y un recién nacido llamado Jesús. Para que nadie se moleste.

La dirección de un colegio noruego ha pedido a los niños que solo tarareen los villancicos, para que sus letras no ofendan a los creyentes en otras religiones o no creyentes, y ha pedido que las Navidades se llamen “celebración de diciembre”. Para que nadie se moleste.

Un colegio público de Nueva York ha prohibido la proyección de Solo en casa a causa de sus referencias a la Navidad. Y desde hace años se ha impuesto allí, como en otras ciudades de Estados Unidos, felicitar lo que antes se llamaba Navidad (que es lo que se celebra en estas fechas) diciendo Happy Holidays en vez de Merry Christmas, porque esta palabra proviene de la antigua expresión inglesa Cristes Maesse o Mass of Christ, es decir, Misa de Cristo. Para que nadie se moleste.

El señor rector de la Complutense ha felicitado nadie sabe bien qué –porque evita referirse a lo que se celebra– con esta cursilería: “El fin del otoño abre paso al nuevo año con deseos de paz, renovación y prosperidad”. Para que nadie se moleste.

Es decir que se disfrutan algunos días de vacaciones, se iluminan y adornan las ciudades, las familias se reúnen y se hacen regalos a la vez que se oculta por qué se hace. Puestos a ello lo ideal sería que todo se suspendiera, que solo los cristianos negociaran con sus empleadores –como Bob Cratchit con Scrooge– librar el 25 para celebrar a puerta cerrada la Navidad y que no se iluminaran ni adornaran las calles.

No hay más estúpida forma de intolerancia que esta censura de las Navidades cristianas en nombre del respeto hacia quienes profesan otras religiones o ninguna. ¿Somos tan intolerantes que nos ofenden las celebraciones públicas de los diferentes a nosotros? ¿Si usted viviera en un país de tradición musulmana le ofenderían las públicas celebraciones de la ruptura del ayuno del Ramadán o de la Fiesta del Sacrificio? ¿Si lo hiciera en Israel le ofendería que un vecino le ofreciera los dulces de Purim, que otro le felicitara por Rosh Hasaná o que un amigo o compañero de trabajo le invitara al Bat Mitzvá de su hijo? Supongo que no. Y si le ofendiera, hágaselo mirar. Tiene cura.

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