
Línea de Fondo
Santiago Cordero
Cambio climático
Cuarto de muestras
Para Feijoo el gobierno es como la venganza, un plato que se sirve frío. Y ahí anda el pobre mío sentado, esperando a que caigan, del extraño árbol podrido que nos preside, las hojas fosilizadas de sus más altas ramas. Mientras a Sánchez se le afila la cara cada vez que salta un escándalo a Feijoo se le dulcifica el gesto, ralentiza sus palabras, sonríe en tanto lamenta aliviado que los números no cuadran para presentar una moción de censura. Sentencia en un tono que intenta ser grave que el gobierno está acabado, que debe convocar elecciones para que él las gane. Y claro, el otro dice bajando la mirada y poniendo cara de cordero degollado que, acabado sí, pero muerto, no. Como un último homenaje a Franco, su agonía es lenta y ordenada. Televisan cada empeoramiento de su salud moral. A este paso lo vemos entubado y con respiración asistida. Los partes diarios producen regocijo en unos y desesperación en otros. Los más ocurrentes tienen ya una retahíla de chistes en el que siempre hay uno que dice y otra con escote pronunciado que contesta. Comentan que lo quiere dejar todo atado y bien atado. Destruido y bien destruido piensan algunos de los que ha ido tirando a la cuneta de su propio partido. Los incondicionales andan despistados y no saben si buscarse prendas de luto para las pompas fúnebres o ir preparando el bocadillo para cuando llegue el momento culmen de la detención. Los más cultos se sonrojan porque en las grabaciones jamás se habla en tono elevado y, se puede ser de todo en esta vida, hasta ladrón, pero no tan cutre.
España que ha visto hacer el paseíllo a la cárcel de La Pantoja a Rodrigo Rato, de Ruiz-Mateos a Mario Conde, de Jesús Gil a Farruquito, de Urdangarin a Ortega Cano, ha dejado de contratar plataformas de entretenimiento y se ha entregado con fruición a los informativos. Tiene más suspense el auto de un juez que la serie negra de mayor intriga.
Sí, nuestro líder de la oposición aparenta templanza. Zamora no se ganó en una hora. Sentando en el umbral de su casa espera ver pasar el cadáver de su enemigo político y, nada. Por eso ha decidido no irse de vacaciones, para que no le pille despistado.
La venganza no es sólo el placer de las almas pequeñas, la venganza es el placer del castigo en los demás. Sí, la venganza, es la confesión silenciosa de un dolor. Casi, casi, tan española como la envidia.
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