
En tránsito
Eduardo Jordá
Ulises
Su propio afán
Voy a hablar bien de Yolanda Díaz, y me conformo con que al final del artículo no duden ustedes de mi salud mental. Resulta que ha hecho un vídeo bastante ridículo recomendando a la gente que lea este verano. Y el personal se está riendo.
No sin motivo. Coge los libros de forma rara: apalizándolos. Los abre como para partirlos en dos. Y los llama “pieza”, como si cada uno fuese tres cuartos de kilo de cinta de lomo. Deja una sensación de escaso trato libresco. Llamar “pieza” a un libro es como llamar ciervo a un venado en una montería. Incorrecto no es, pero indicativo. Entre las piezas que recomienda, se encuentra una que le regalaron ayer, o sea, que mucho tiempo para leerla no tuvo, si la leyó, y, desde luego, ninguno para reposarla. Se hace raro que la recomiende.
Pero todos estos detalles no nos deben despistar de lo mejor: es encomiable que una vicepresidente de España proponga libros y con títulos no del todo mal tirados. Claus y Lucas ya me lo había aconsejado un buen amigo, grandísimo lector. Y tiene Díaz el detalle de proponernos a Natalia Ginzburg, nada menos. Fue siempre comunista, y quizá eso haya inclinado a nuestra política, pero Léxico familiar es una obra deliciosa. La que la vicepresidente propone no es manca: Me casé por la alegría. Da penilla el motivo que ofrece: “Se lee muy rápido”, entre otras cosas porque tiene frases que merecen una lectura demorada.
Giuliana, la protagonista, cuenta: “Escribí a mi madre para decirle que me casaba y me respondió que mucho ojo con quién lo hacía, que había mucho canalla suelto. Mi madre es muy pesimista”. Hay más observaciones finas: “Es feísimo desenamorarse, todos los hombres te parecen estúpidos, no sabes dónde se han metido los que se pueden amar”.
Comparto la reflexión de Pietro, el marido por la alegría, sobre la libertad y la decisión cuando Giuliana le reprocha que se casó sin pensarlo: “Una reflexión lúcida e ininterrumpida de un minuto puede ser suficiente”. Y añade, rozando lo políticamente incorrecto: “Siempre que te miro, desde la primera vez, me pongo muy alegre. No me he casado contigo porque me dieras lástima. Menudo negocio si uno se casara con todas las mujeres que le dieron lástima, acabaría encerrado en un harén”.
Además, Yolanda anima a comprar en librerías de barrio, y eso está muy bien.
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