La Rayuela
Lola Quero
La fiesta de Alvise
¡Oh, Fabio!
En estas mismas páginas, herr direktor aseguraba ayer que tras las elecciones madrileñas se empezará hablar, y mucho, de un posible adelanto electoral en Andalucía. Todo así lo indica. Pese a la pandemia y a algunos errores de bulto en su gestión, el autodenominado Gobierno del Cambio goza de una envidiable salud. Mejor dicho, son el PP andaluz y su presidente los que viven uno de los momentos más dulces de su historia, conscientes de que el milagro -la asunción de Juanma Moreno al trono de San Telmo- está muy cerca de repetirse. El poder, ya se sabe, tiene mucho de inercia. A Ciudadanos, sin embargo, sólo se le puede desear que no sufra demasiado.
Las tentaciones de Juanma Moreno para adelantar elecciones van a ser fuertes. Probablemente, si la pandemia no experimenta un inesperado recrudecimiento, este veroño el ambiente será eufórico y bronceado. Los vivos -toquemos madera- iremos al bollo. Esto, unido a que los andaluces han comprendido durante este tiempo que la derecha (incluido Vox) no fusila en las tapias, colocará a Juanma Moreno en un momento idóneo para ganar las elecciones, más si se tiene en cuenta que el PSOE, si ya ha conseguido despejar la incógnita de su candidato, estará relamiéndose las heridas del navajeo interno o intentando que se conozca a Juan Espadas más allá de la Puerta de Jerez.
Es cierto que las elecciones madrileñas del próximo 4 de mayo serán muy importantes en la decisión final de Juanma Moreno. Madrid, en la actualidad, marca más la agenda nacional que en tiempos de Felipe II. Es la gran paradoja de esta España cuasi federal. Pero hay señales que hacen sospechar que el presidente podría ya tener clara la decisión. La más importante es la bajada masiva de impuestos anunciada esta semana. Todo el mundo hubiese comprendido que, con este panorama de crisis económica y sanitaria, en el que las arcas públicas están muy tocadas por el aumento del gasto y la bajada de la recaudación, el Gobierno se hubiese tragado su promesa electoral. No sería, desde luego, la primera vez. Pero la rebaja fiscal es el populismo del liberalismo, como la subida del gasto público lo es de la socialdemocracia. Y los mensajes populistas se lanzan cuando hay elecciones a la vista.
En más de una ocasión Moreno ha anunciado que piensa agotar la legislatura, pero ya sabemos que la palabra de los políticos e mobile. Es más, a las promesas de los mandatarios les pasa lo que a los refranes castellanos, según mi profesor de Latín de BUP, don Cándido Yanes: si le das la vuelta, aciertas.
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