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Paradigma de elegancia llegada desde Capuchinos

La Defensión

La imponente talla del Cristo de la Defensión cautivó a todo el Jerez cofrade

El Cristo de la Defensión, ayer, tras culminar su maniobra de salida de Capuchinos.
J. M. Orozco

08 de abril 2009 - 01:00

Hace ya rato que Defensión y Divina Pastora tañen a muerte en el campanario del Convento de Capuchinos. Con la bulla presente y los ecos de Los Gitanos aún tras el misterio de La Clemencia, el diputado de cruz de la Defensión, que ha sido el único de la cofradía que ha presenciado el paso de la hermandad de San Benito ante el convento, da cuatro golpes en la puerta para que se abra de par en par. Sonidos gregorianos salen de un templo donde el cortejo ya se divisa perfectamente formado. Los primeros en salir y antecediendo a la cruz de guía y a las elegantes filas de nazarenos, un muñidor acompañado de dos servidores portando, uno, la cruz Tau de San Francisco de Asís y otro la caña de amonestación cartujana. Tras unos pocos minutos, el cuerpo de acólitos, que estrena ropaje, antecede al paso del Cristo. Suena el llamador. Francisco Javier Caro llama a los suyos. Levantá al cielo y el sereno crucificado de Esteve Bonet comienza a atravesar poco a poco la puerta mientras comienzan a sonar los preciosos sones de 'Cristo de la Defensión' interpretados por la banda de música de Nuestra Señora de las Angustias de Sanlúcar La Mayor. Como es costumbre, un monte de iris morado descansa bajo los pies del crucificado de los cuatro clavos. En las ánforas de los laterales, de estreno, obra del orfebre sevillano Jesús Domínguez, claveles color sangre de toro. Cuando concluye 'su' marcha toman el testigo los músicos de la banda de cornetas de La Caridad e inmediatamente el Cristo empieza a perderse entre las palmeras camino de la cercana carrera oficial. Tras Él, y a los sones de 'Reina y Señora de la O' hace acto de aparición la guapa dolorosa de Álvarez Duarte.

La hermandad de La Defensión volvió a transmitir en la calle un carácter de cofradía de tintes clásicos a pesar de su relativa corta historia (52 años la contemplan), siendo delicioso verla de regreso por las estrecheces de Carpintería Baja, Tornería o Gaitán para poner poco después de las once de la noche punto y final a una estación de penitencia que a muchos les volvió a saber a poco.

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