Un trío para salir del tedio
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La apuesta por el trivote dota al Xerez de una fluidez desconocida hasta el momento · Rueda está lejos de su mejor forma, pero desde ya se gana el sitio
Cuando Merino jugaba en el Betis y el entrenador era un tal Luis Aragonés, decía una y otra vez que su sistema era innegociable. Apostaba por un 3-3-3-1 que sólo le gustaba a él, pero lo mantuvo contra viento y marea. No es así el técnico de La Línea, que cuando ha empezado a verle las orejas al lobo, ha entendido que era el momento de reaccionar, buscando en su manual un remedio contra la incapacidad para crear un mínimo de juego.
Durante la semana ya probó con un trivote del que se esperaba mucho y que ayer se tradujo en un juego más fluido, más vivo, con más gusto y en el que estaba prohibido dar pelotazos.Con Bruno Herrero por delante de la defensa, y con Capi escorado a la izquierda, el equipo demostró desde el inicio que apostaba por el toque y el desborde, aspecto éste que es el que marca diferencias. Y es que no lo mismo tocar con Barber y Cordero, que hacerlo con jugadores con regate como Capi y Rueda, con los que el equipo gana en intención y en mordiente. Ayer el Xerez jugó sólo con un punta, pero creó más fútbol y tuvo más ocasiones.
Para los extremos era un gustazo jugar con esta gente porque les daban balones con ventaja, algo que no pasaba con la anterior pareja de pivotes. José Vega podría haberse puesto las botas en este partido, pero ha pasado de titular a no convocado en una decisión difícil de entender de Merino.
Era un sistema de juego que para algunos era un 4-3-3 y para otros un 4-1-4-1, aunque eso de los dibujos es algo anecdótico en lo que se embolica la prensa, cuando después son matices variables que van cambiando constantemente en una misma jugada.
El caso es que poblar el centro del campo de futbolistas que saben jugar la pelota es un acierto seguro en la mayoría de las ocasiones. Y no se trata ahora de criticar a Barber y Cordero porque lo han dado todo hasta el momento, pero es indudable que Bruno Herrero, Capi y Rueda garantizan, como mínimo, el mismo trabajo defensivo y, además, oxigenan el juego una barbaridad, algo que necesitaba como el comer este equipo.
Capi no cayó en el error de sobar el balón en exceso, como ha pasado en otras ocasiones, y se retroalimentaba con la movilidad y los desmarques de Rueda, un futbolista que aún está lejos de su mejor momento de forma, pero que se antoja indiscutible para darle al equipo esa calidad que tanto se echaba de menos.
En la segunda mitad, el equipo se confundió en varios aspectos y abusó de ese toque en horizontal que tanto le gustaba a Javi López. Además, el 2-1 puso nervioso al más pintado y las fuerzas abandonaron a Rueda, que fue cambiado, y a Capi, cuyo físico es una de las pesadillas de Merino. Por lo menos se ha encontrado una vía para que el Xerez sea, por fin, un equipo emparentado con el balón, que hasta el momento parecía el mismísimo enemigo.
Al final del dibujo no quedó casi nada por el desorden propio de los últimos minutos y porque dos jugadores del perfil de Bruno Herrero y Barber tienden a ocupar la misma posición y a actuar en paralelo. Con el trivote hubo construcción en un experimento que promete darle más alegrías a los xerecistas.
Por lo que se ve, Merino no es de esos entrenadores que no dan su brazo a torcer. Su idea sigue siendo la misma, que es tener el balón y llevar el mando. Ahora parece haber encontrado las herramientos para conseguirlo.
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