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Crítica 'Neruda'

El poeta y el perseguidor

Neruda. Te: Biopic atípico, Chile-Arg-Esp-Fra, 2016, 107 min. Dirección: Pablo Larraín. Guion: Guillermo Calderón. Fotografía: Sergio Armstrong. Música: Jusid, Bryars, Grieg. Intérpretes: Luis Gnecco, Gael García Bernal, Mercedes Morán, Alfredo Castro, Pablo Derqui, Marcelo Alonso, Alejandro Goic, Antonia Zegers, Jaime Vadell, Diego Muñoz.

Había en la sala algún espectador despistado esperando ver algo parecido a aquella infame El cartero y Pablo Neruda, de ahí que le incomodara pronto la entrada in media res o el original formato de imagen (panorámico y con lentes rusas creadoras de curiosos efectos deformantes y lumínicos) de una película que, muy lejos del biopic convencional, busca en la propia literatura de Neruda unos modos fabuladores de sesgo experimental para narrar un periodo concreto de su vida, aquel en el que, en plena gloria poética, tuvo que pasar de ser representante del Partido Comunista en el Senado a la clandestinidad y la huida en el Chile de 1948.

Larraín prolonga y pule la estética de El Club en este retrato triple del poeta, su entorno y, muy especialmente, de su perseguidor, que se despliega como forma reflexiva y autoconsciente sobre una fuerte base literaria y una puesta en escena siempre estimulante que despeja de polvo la recreación histórica para crear una textura orgánica y en permanente fuga de lo convencional.

Luis Gnecco y Gael García Bernal encarnan respectivamente a Neruda y a su criatura materializada, Némesis libresca que lo persigue entre escenas de aire noir, siempre a la distancia de seguridad justa, por un país convulso en el que los oligarcas poderosos han iniciado la purga de todo aquel que sea sospechoso de simpatizar con el comunismo.

Pero el retrato de Neruda que nos ofrece el filme no es precisamente complaciente ni unidimensional. Al contrario, hay sobre este Neruda torrencial una mirada irónica, crítica, capaz de evidenciar contradicciones (también políticas) donde la leyenda ha preferido siempre el perfil santurrón, cursi y comprometido. El hecho de que la narración provenga del personaje del inspector perseguidor amplifica aún más si cabe esta dimensión compleja del mito.

Neruda es a la postre un extraño y fascinante artefacto capaz de moverse entre la historia, el policíaco e incluso el western bajo una mirada personal y libre que sigue indagando en el pasado reciente y las contradicciones de su país a través de un constante proceso de búsqueda de formas.

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