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Baloncesto l Copa del Rey

Madrid llora la dinastía azulgrana

  • El Barcelona ratifica su supremacía tras someter al combativo conjunto de Ettore Messina, que aguanta tres cuartos · Desde la campaña 1987-88 ningún equipo había revalidado el título copero

Gobierna el Barcelona con mano de hierro, construye una dinastía a la que un combativo y digno Real Madrid no puede poner coto. Alargó el equipo blanco hasta los 30 minutos el partido, lejos de las palizas encajadas en los últimos enfrentamientos directos. No basta eso, vence el Barça (60-68), reina un equipo coral y ambicioso en el que el mágico Juan Carlos Navarro puede tomarse el día libre en la final sin que sea una hecatombe. Sale Alan Anderson, un temporero de máxima calidad que fue el máximo anotador (19 puntos) de un partido lleno de matices, más competido que espectacular, con prevalencia de defensas sobre ataques.

El Rey ofrece la Copa a Roger Grimau, la misma foto que el año pasado en Bilbao. Mira Florentino Pérez con la misma cara que entonces. Pesadillas que pueden atenuarse el próximo mes de abril con otro balón por medio. O multiplicarse. Parece evidente que hay una superioridad catalana en al aspecto psicológico, hay hábito de victoria.

Es la realidad del baloncesto español. Cuatro de los últimos cinco títulos nacionales llevan lacrados el nombre del Fútbol Club Barcelona, que ha recuperado el trono que detentó durante la mayor parte de los últimos 20 años. Un dato objetivo. Desde la temporada 1987-88 no repetía un equipo título de la Copa en años consecutivos. Aquella vez, como ayer, el Barcelona venció al Madrid. Entonces, con un triple sobre la bocina de Nacho Solozábal. Ayer, con más suficiencia, pero la historia está ahí. Bilbao 2010 y Madrid 2011 se escriben con letras azules y granas, con el Real como vencido, lo que amplifica el valor del título. Es la tiranía culé, que tiene visos de prosperar en el tiempo. Una plantilla inacabable, sin el mejor tres de Europa, Pete Mickeal, saliente de una lesión. Con un Navarro opaco (7 puntos, 2/9 en tiros de campo y -1 de valoración), con Ricky Rubio buscando las musas perdidas.

Pero en el acorazado de Xavi Pascual, que desmonta teorías sobre la experiencia, el caché y el currículum, mandó Víctor Sada, en un ejercicio soberbio de dirección e intangibles (siete puntos, seis rebotes, seis asistencias y tres recuperaciones para 20 de valoración, el que más del partido) que igual le aseguró la plaza en el próximo Europeo con la selección. Lo mismo ocurrió con Carlos Suárez en el bando blanco. En plena madurez, sostuvo junto a Tomic a un equipo al que le faltó algo. En su día se contrató a Ettore Messina para paliar ese plus. Se acerca, pero no lo consigue. Lo peor es que las urgencias y la autodestrucción en la que vive perennemente el Madrid igual pueden destrozar una base de equipo que con continuidad y algún retoque podría revertir la situación reinante. Es cuestión de paciencia, esa virtud que no existe en la Casa Blanca.

El partido se desarrolló en cánones de igualdad. 30-30 al descanso, con los dos equipos enchufados defensivamente. Siempre con la impresión de que el Madrid estaba más cerca de su tope, pero en un ambiente parejo. Detalles tácticos. Prigioni defendía a Navarro, con buen resultado, Tucker a Ricky. Argucias tácticas de Messina que parecían surtir efecto. Velickovic y Begic en el Madrid y Lakovic en el Barcelona estaban fuera de la rotación. En los momentos de la verdad, los minutos se los reparten los que mejor rinden. Y el Barcelona subió una marcha en el tercer cuarto que los blancos no pudieron igualar, con el fino Erazem Lorbek aniquilando desde la línea de tres. Amagó Sergio Rodríguez, pero sin continuidad. Dejaron de encontrar a Tomic, referente en la primera mitad. Se atascó el ataque, Tucker dejó de mirar al aro. Mirotic estuvo desaparecido. En fin, no pudo engancharse Messina a ningún ancla pese a la elogiable competitividad de sus jugadores. Estaba sentenciada la final en el minuto 36 (49-64), aunque un arreón blanco llegó a comprimir a seis puntos el duelo. Ricky y Navarro, fuera de foco, aportaron dos canastas para finiquitar.

Y la imagen se repite, el Barcelona se corona. En esta competición que amenaza con bipolarizarse como sucedía hasta hace dos décadas, el Madrid parece el mejor de los terrenales pero no le llega para combatir a un equipo de leyenda, al que sólo la historia colocará en su lugar. Se medirá su trascendencia en títulos de Euroliga, pero en cuestiones domésticas la lección parece clara, se vislumbra una dinastía azulgrana que combate con equipos de otra era, no con los actuales.

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