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Jerez

Agresión en el zoosanitario

  • Cruce de denuncias entre una familia y trabajadores de la perrera tras una pelea en el centro municipal

María del Carmen Caravaca y su hijo Eduardo Aguilar, con los partes médicos y la denuncia.

María del Carmen Caravaca y su hijo Eduardo Aguilar, con los partes médicos y la denuncia. / Pascual

El zoosanitario municipal es noticia y no por las instalaciones ni por los animales, sino por una agresión. María del Carmen Caravaca y su hijo Eduardo Aguilar acudieron este viernes al zoosanitario para recoger a su perra que se había escapado el día anterior. Lo que ocurrió a partir de ahí son versiones muy diferentes entre la familia y los trabajadores del centro municipal, con sólo algo en común: ambas partes dicen haber sido agredidas.

“Mi hijo recogió a mi perra de la calle porque había sido abandonada y sufre desde que la recogimos ansiedad por separación. Mi hijo salió de casa el jueves y la perra se escapó”, relata María del Carmen. Al día siguiente, avisaron a la familia de que la mascota estaba por La Granja y cuando acudieron no estaba,“llamamos corriendo a la perrera”.

“En un principio el trabajador me dijo por teléfono que no estaba allí, pero que esperara porque estaba llegando un coche y podía estar ahí. Efectivamente, estaba ahí. Le dije que por favor no cursara documentación porque yo ya estaba en el coche e iba para allá. Sacar al perro cuesta 30 euros y no puedo pagarlo. Mi hijo está en paro y yo soy viuda, no puedo gastarme ese dinero”, continúa relatando Caravaca.

Madre e hijo llegaron al zoosanitario y “el perro estaba ya dentro. Me dijeron que tenía que pagar. Que eran 30 euros, que al día siguiente serían 60 y que el lunes subiría a 120. El tono siempre fue burlesco y de recochineo”. “Sé que hay un brote de parvo ahí y no podía dejar a mi perra. Les dije que no tenía cómo pagar y mi hijo dijo que era un robo a mano armada. ¡Para qué! Un trabajador comenzó a insultarnos y le tiró una grapadora a la cara que le hizo sangre en la nariz”, denuncia la madre.

“Entramos, ¡es una perrera pública! Queríamos ver a nuestra perra y mi hijo comenzó a grabar el estado en el que se encuentran los animales y nos encerraron en un pasillo. Comenzamos a llamar y a golpear la puerta y no nos abrían. Me dio un ataque de ansiedad y mi hijo consiguió romper la cerradura con una pala”, describe Caravaca.

Al salir, “estaban los dos trabajadores del principio, otros dos que no sé de dónde son y una mujer. Uno de ellos chuleó a mi hijo y le tiró al suelo, le cogió de la coleta, tiene el pelo largo, le doblaron el brazo y le daban patadas. A mí me tiraron al suelo y me golpeé con una silla, se me cayeron hasta las gafas”, recuerda la mujer, que llamó a la Guardia Civil primero y después a la Policía Local, “aunque me dijeron que ya habían avisado”.

“La mujer que estaba ahí me recogió del suelo y me sacó. Nos fuimos directos al hospital y con los partes médicos hemos puesto una denuncia en los Juzgados”, describe Caravaca, quien aporta a este periódico ambos documentos.

Por su parte, los trabajadores del centro zoosanitario relatan un escenario completamente diferente. Juan Manuel García, jefe de unidad de salud pública y del centro zoosanitario describe –y también entrega la denuncia que esta parte ha realizado este viernes en la Comisaría– que es Eduardo Aguilar el que acude a la perrera con actitud “irrespetuosa”.

“Le informamos –la madre llegó después en otro vehículo, según los trabajadores– que la tasa era de 30 euros y nos dijo que esto era un negocio, que éramos unos sinvergüenzas. Yo estaba en el despacho y salí al escuchar el jaleo y este hombre siguió insultándonos”, declara García.

En la denuncia se recoge que Aguilar “continuó en estado de agitación y violencia” y “emprendió la carrera hacia el interior de la nave”. “Dado que en la nave existen numerosos útiles y herramientas que podrían ser usadas como potenciales armas, y tras haber llamado a la Policía Local”, los trabajadores optan por “cerrar la puerta circunstancialmente”, quedando dentro Aguilar y su madre.

Según los trabajadores, no permanecieron encerrados más de dos o tres minutos y dicen que ven cómo Aguilar “comenzó a causar destrozos”, como “fracturas de varios cubos y echa una botella de lejía en un contenedor de pienso”.

Cuando salen de la nave, el jefe de la unidad comienza a grabar con su móvil -vídeo que entrega a este periódico pero que prefiere no publicar- y “al ver lo que estaba haciendo me da un manotazo y me tira el teléfono al suelo. Este señor era una fiera”. La denuncia de los empleados municipales recoge que al intentar recuperar el móvil “le da un empujón a García que cae al suelo y el agresor se le echa encima, propinándole puñetazos en la espalda”. El resto de trabajadores “intervienen en defensa del jefe de la unidad” y hay un “forcejeo”. Los empleados consiguen “expulsarlos” de las instalaciones entre “amenazas” de Aguilar y cuando llegó la Policía Local ya se habían marchado.

“Es la primera vez que ocurre algo tan desagradable. Llevamos tiempo pidiendo más personal, reclamamos más seguridad”, remarca García. Ambas denuncias están puestas y cada parte también tiene partes médicos.

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