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Tiempo de Cuaresma

La cruz, auténtica joya devocional y artística de las cofradías de Jerez

  • Dentro de la imaginería jerezana, los crucificados destacan por su gran calado.

El Santísimo Cristo de la Viga, una joya que procesiona en Jerez.

El Santísimo Cristo de la Viga, una joya que procesiona en Jerez. / miguel ángel gonzález

Viernes de Cuaresma. La Iglesia celebra este día durante todo el año la muerte del Señor. Jesús fue crucificado inmolándose por el género humano para que se cumplieran las escrituras. Es el día del recogimiento y de la reflexión, siempre, alrededor del signo de la cruz. En la Cuaresma, como tiempo de preparación para la celebración de la Pasión, Muerte y, sobre todo, la Resurrección, la figura de la cruz toma una dimensión más importante. Está como un fondo teológico que alumbra el camino del cristiano.

Hoy vivimos el tercer viernes de esta Cuaresma tan intensa. Y entrando en el mundo de las cofradías, nos encontramos con una de las grandes joyas, desde el punto de vista artístico y devocional, que Jerez pasea en los días santos de la Semana Mayor: los cristos crucificados.

Todos los viernes del año, la Iglesia reflexiona sobre el misterio de la cruz

En la jornada de vísperas, ese Sábado de Pasión condenado a una triste y casi incomprensible desaparición, aparece una maravillosa imagen de Cristo clavado en la cruz. La cofradía de La Sed, saca a su crucificado obra de Elías Rodríguez Picón. Una talla que, a pesar de haber llegado a Jerez en el año 2010, ha calado en la ciudad por su perfección de formas y su gran realismo. Sin duda, una de las más portentosas imágenes de Jerez.

El Domingo nos encontramos con la obra más personal de Pinto Berraquero. Repetto Betes, siempre ha sostenido que "se trata de una de las grandes imágenes jerezanas". El Cristo del Perdón no es un cristo barroco. Se trata de una alegoría en el que el Señor vive ya casi Resucitado en el marco de la cruz. Sin duda alguna un orgullo para las cofradías jerezanas una obra tan singular y excepcional.

El Santísimo Cristo de la Viga puede ser el más importante de todos los que procesionan en nuestra Semana Santa. Obra cumbre del gótico, es un crucificado que cualquier población querría tener en sus calles, por su valor artístico y por estar clavado, no en el calvario maravilloso que cada año le preparan sus hermanos, sino más bien en el seno de la tradición histórica más profunda de la ciudad.

El Martes Santo es el día de dos grandes tallas. Por un lado el Cristo del Amor, de Ramón Chaveli, que también hizo una importante aportación a la imaginería jerezana con su crucificado inspirado en el Cristo del Amor de Sevilla. Su rostro desprende descanso eterno. Por otro lado, el Cristo de la Defensión, otra talla que la Semana Santa de cualquier rincón del mundo daría lo que fuese por tenerlo. Obra de José Esteve Bonet, imaginero de la corte en tiempos de Carlos IV, que llegó a Jerez aprovechando el encargo de los cartujos a este prestigioso escultor valenciano. Una maravillosa obra de Cristo crucificado, muerto en la cruz por cuatro clavos.

Vamos hasta la jornada del Jueves Santo en el que tenemos dos crucificados de gran valía artística e histórica. Por un lado el crucificado de la Lanzada, posiblemente de Diego Roldán, que es una obra inmensa y cargada de valores devocionales. Por otro, el Cristo de la Esperanza de la Veracruz, obra sin catalogar pero atribuida al círculo de Juan de Mesa, un gran desconocido y posiblemente una de las mejores obras de crucificado de la ciudad.

La madrugada jerezana saca a la calle dos crucificados muy significativos. Por un lado el Cristo de la Buena Muerte, inspirado en el de Sevilla, obra de Castillo Lastrucci, un cristo que ha ido ganando con el paso de los años su lugar de privilegio entre las buenas imágenes jerezanas. En San Miguel, otra obra cumbre del barroco, José de Arce -ahí es nada- esculpió al Santo Crucifijo de la Salud, una joya imperecedera que nos brinda la imagen de Cristo mansamente clavado en la cruz, un monumento a la imaginería española del siglo XVII.

El Viernes Santo, día de la adoración a la Cruz, nos encontramos con una obra de Juan Luis Vasallo inmensa. Profundamente identificada con la ciudad y de gran valía artística. Se trata del Cristo de la Expiración. En Jerez, con decir El Cristo está todo dicho. Enraizado en la Semana Santa del pasado, esa que nunca pasa de moda. Por otro lado, el Cristo de la Exaltación, obra de Luis González Rey y bendecido en el año 1991, una talla portentosa que bien podría ser la obra cumbre de este imaginero gaditano.

La joya de la corona cofrade podría estar precisamente en la calidad tanto devocional como artística de los crucificados que las cofradías sacan a la calle en Semana Santa. Quién sabe si en algún momento se plantea una procesión magna solo de crucificados Sería un bonito proyecto.

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