Dice que tanto con los profesores como con los alumnos se lleva "perfectamente", aunque ha podido observar que "ahora hay menos respeto por parte de los niños. Antes se respetaba más a los profesores y a todo el mundo".

Una de las cosas que más le gusta de este colegio es que "está muy abierto al pueblo, sobre todo para las cosas deportivas y también para la asociación de vecinos". Él mismo es presidente de la Asociación Levante Cultural, que también utiliza las instalaciones del centro. En este sentido dice que "me gusta meterme e implicarme en las cosas que se hacen en la barriada".

El estudió en el colegio de La Barca porque todavía no existía el de Cuartillo pero desde que trabaja en el centro dice que "he visto pasar a tres generaciones: padres, hijos e incluso nietos. Niños que vi en Preescolar y que ahora están casados y con hijos.

Sus dos hijos, un niño y una niña que ahora tienen 28 y 18 años respectivamente también estudiaron en este colegio, por lo que coincidieron con su padre en el centro, "aunque yo siempre les insistía en que, cualquier cosa, se la dijeran al profesor antes que a mí, porque la verdad es que los niños suelen venir a mí antes que al profesor, y a mis sobrinos también les he tenido que decir que, cuando estemos en el colegio, no me digan 'tato'".