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Fernando Carrasco | Guitarrista

“Reconozco que cada vez me siento más a gusto acompañando al cante”

  • El jerezano se ha convertido en los últimos años en otra de las sonantas con más proyección

  • Ya trabaja en la grabación de su primer disco, donde recordará a su padre Fernando de la Morena

Fernando Carrasco, con su guitarra a las puertas del Alcázar.

Fernando Carrasco, con su guitarra a las puertas del Alcázar. / Manuel Aranda

Sin levantar la voz pero sin perder el ritmo, como un buen maratoniano, Fernando Carrasco Carrasco (Jerez, 1985) se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en otro de los destinatarios de la herencia guitarrística jerezana. A sus 35 años busca encontrar un hueco entre la nutrida legión de tocaores de Jerez, algo que poco a poco empieza a conseguir. Su lema es ir paso a paso, y así ha comprobado que los resultados llegan.

–Antes que nada, ¿cómo está llevando toda esta situación de pandemia?

–Bueno, como uno puede. Uno intenta marcarse su rutina diaria y estudiar todos los días, y luego, imparto algunas clases semanales en la Academia de José Ignacio Franco. Como no hay trabajo, se intenta no perder el ritmo. A mí personalmente esta pandemia me ha venido mal porque estaba empezando a hacerme un hueco, me estaba llamando mucha gente, y gente puntera como Duquende, por citar a alguno, y bueno, pararse de lleno, no ha sido demasiado favorable.

–El problema es que venimos arrastrando demasiados meses...

–Claro, porque fíjate, las Navidades, que suelo tener mucho trabajo y uno se alivia un poco en cuanto a los ingresos, no han existido prácticamente, por no hablar de lo anterior. Todo ha sido nulo, y lo peor es que los próximos meses pintan igual.

–He visto que también está colaborando con el nuevo disco de Manuel de Cantarote...

–Sí, esa es otra de las cosas que tengo actualmente. Estamos grabando su primer disco y la verdad es que me ha hecho mucha ilusión. Hemos grabado unas alegrías y ahora vamos a hacer una bambera.

–Usted tiene experiencia en el estudio con muchos artistas, pero ¿se plantea hacer algo propio?

–Bueno lo estoy grabando poco a poco. Cada vez que Luis de Periquín y yo tenemos un hueco, vamos haciendo cositas. De momento llevamos dos temas grabados y la verdad es que la cosa pinta bien. Me gustaría mostrarme como yo soy y también recordar de dónde vengo, por eso quiero acordarme de mi padre (Fernando de la Morena). Hemos recuperado algunas grabaciones que él hizo en su día con El Bola que nos ha dado el visto bueno para usarlas. Ilusiones y proyectos no faltan, trabajo poco, pero estudio y proyectos sí, al menos para estar preparado cuando la cosa mejore.

–A Fernando Carrasco no le gusta demasiado asomarse al balcón, siempre le he visto quedarse en segundo plano, pero en los últimos meses ha dado usted un paso adelante. ¿Por algún motivo?

–La vida son etapas y creo que había llegado el momento de dar un paso si quería dedicarme a esto. Está claro que cuando uno es más joven, uno se toma las cosas de otra manera, y nunca he tenido ese compromiso tan duro, pero pasan los años y uno se da cuenta de que tiene que comer y para ello, hay que ponerse serio. A partir de ahí he trabajado con mucha gente buena, y uno se siente un poco más dentro de este ámbito.

–Usted empezó en la frontera, más cerca de la guitarra de vanguardia que a la guitarra más ortodoxa. ¿Le ha venido bien deambular por ese terreno?

–Yo creo que sí, me he movido más en un círculo más moderno, por llamarlo de alguna manera, con Maloko, con Navajita, mi tío Diego Carrasco...Sin embargo, a mí la guitarra siempre me ha llamado y aunque he tenido épocas de cogerla más o menos, he intentado no perder nunca la escencia del instrumento, de hecho he aprendido mucho de Pepe del Morao, de Nonito Jero, porque siempre hemos estado con la guitarra. Con el tiempo cada uno ha cogido su sitio y sí es verdad que yo he luchado por el mío y poquito a poco he ido cogiendo el camino que quiero.

Fernando Carrasco, con su guitarra al hombro. Fernando Carrasco, con su guitarra al hombro.

Fernando Carrasco, con su guitarra al hombro. / Manuel Aranda

–¿Y cuál es ese camino?

–Si te digo la verdad, me gustaría vivir de mi música y por supuesto, acompañar a cantaores. Reconozco que cada vez me siento más a gusto haciendo eso, y sobre todo hacer mi música, grabar mi disquito, y decir, este soy yo, esto es lo que siento, y que la gente lo vea.

–El hecho de que Jerez se haya convertido en una especie de enjambre de guitarristas, ¿es bueno o es malo?

–Es lo mejor que nos puede pasar, porque somos varias generaciones de guitarristas. Nosotros somos de una generación en la que estamos muy cerca de otra como la Diego del Morao, por ejemplo, pero también, de alguna forma, lo estamos de la de Manuel Parrilla,por citar alguno. De mi edad hay muy buenos guitarristas y cada vez hay más inquietud por mejorar. Yo creo que esto nunca va a dejar de dar frutos y la guitarra en Jerez ha adquirido un sello personal, muy fuerte y contundente.

–Lo malo llegará a la hora de trabajar...

–(Risas) Eso y más en estos tiempos. Bueno, ahora en serio, yo creo que al final todo ayuda a mejorar porque la competencia es buena para todo el mundo.

–A pesar de que poco a poco se ha destapado como guitarrista de acompañamiento, usted nunca ha dejado su grupo, ‘Musho gitano’. ¿Qué idea tiene ahora?

–Bueno, con el grupo llevo más de diez años y es una puerta que está ahí. Siempre digo que cuantas más puertas haya a nivel profesional, mejor. ‘Musho gitano’ me ha dado mucho, he aprendido mucho pero sí es verdad que en la vida hay etapas, y ahora mismo está, también por las circunstancias, un poco al lado. Aún así, seguimos currando, haciendo cosas y con ganas de seguir adelante.

"No venir de una familia de guitarristas te quita presión, pero eso no quita que no tengas responsabilidad”

–Usted es hijo de Fernando de la Morena, sin embargo, nunca ha ido alardeando de nada...

–Está claro que hay mucha gente que nada más verme, saben de dónde vengo. A mí nunca me ha gustado ir a los sitios diciendo que era hijo de tal o cual, yo soy Fernando Carrasco, hijo de Fernando de la Morena y todo un orgullo, porque qué te voy a contar de mi familia, pero a la hora de estar en el ámbito profesional prefiero hacer mi propio camino. La suerte que tengo es que no vengo de una familia de tocaores y por ahí quizás no tenga tanta presión, pero quieras que no vengo de familia de artistas. Mi padre ha sido un emblema de Jerez, del compás y de la bulería, y en eso algo tiene que notarse. Pero bueno, no me gustan los golpes de pecho.

–Llevamos un tiempo en el que la guitarra ha adquirido una dimensión musical más amplia, con tonos transportados y melodías atrevidas, ¿qué piensa usted de ello?

–Bajo mi punto de vista, el toque clásico es el toque clásico. Y eso es como el vino de una bota antigua, no se puede adulterar, siempre va a estar ahí y cuanto más tiempo pase, más añejo. Pero sí es cierto que el músico tiene sus inquietudes y eso engrandece al flamenco. Para mí es importante innovar, pero hacerlo cuando sale del interior de la persona, es decir, cuanto es natural. Es entonces cuando no se pierde la esencia, y eso pasa a muchos guitarristas que han sabido adaptarse a los tiempos y siguen sonando con alma. A mí me gusta diferenciar el toque de toda la vida, ese que por ejemplo nos ha legado tío Manuel Morao, pero luego hay que estar abierto a todo, y cuanto más abierto está uno, eso dice mucho de la persona. La evolución no es un sacrilegio,creo que es algo que en todos los aspectos de la vida, no se puede evitar.

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