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Educación | Psicología

El verano del tiempo

El verano del tiempo

El verano del tiempo / luis ‘moga’

Llega el final de curso. Un final de curso que para muchos, prescindiendo de las campanadas de noche vieja, representa en realidad el final del año. Unos, como profesores, mientras que otros, como alumnos o como padres, han desarrollado aquellos proyectos que con tanta ilusión diseñaron en el que ahora se percibe como un muy lejano septiembre. Pues bien, comienza el verano y, en lugar de dejarnos llevar y descansar, resulta que se nos ofrecen de nuevo cientos de posibilidades y proyectos seductores y atractivos que proponen utilizar el verano para mejorar habilidades, conocimientos o puede que para mejorar el estado de forma física o mental. Abundan ahora los campamentos deportivos, las academias de verano, las inmersiones lingüísticas o los retiros espirituales basados en el yoga o en mindfulness que pretenden hacer rentables nuestros días de verano mejorando en cada uno de los objetivos que se nos proponen.No seremos nosotros quienes desaconsejemos cualquiera de estas actividades, de hecho, en Psicología Diez, continuamente ofrecemos talleres para mejorar el rendimiento de los menores y adultos, sobre todo, para que puedan conseguir mayores retos con menores esfuerzos. Sin embargo, el verano y las vacaciones también podrían y deberían ser otras muchas cosas como pasar tiempo en familia, tanto con los padres como con los hermanos, tiempo en casa para dejar correr el tiempo descansando o dejando que los menores hagan lo que más les gusta, tiempo con los amigos y tiempo, incluso, para el tedio y el hastío.Para disfrutar el verano, es necesario tener periodos de desconexión con respecto a las actividades del curso, sensación de que el tiempo sobra, tener espacio para sentir la necesidad de crear e inventar qué hacer con el tiempo. Así, convertir el verano en un periodo memorable para los menores requiere indefectiblemente de la atención de sus madres y padres, del esfuerzo por inventar actividades divertidas, aunque a veces sólo sea por un rato cada día. Algunas ideas podrían ser inventar el cuento del día para los más pequeños, la partida del día para los mayorcitos (utilizando juegos de mesa o incluso los videojuegos) o la película de los martes, la excursión de los jueves, la cena de los lunes, o el deporte de los sábados para toda la familia.En definitiva, pasa el tiempo, pasa el verano y se pasan lo momentos casi sin ser vividos, sin ser repasados, sin tener conciencia de los mismos, porque nos empeñamos en que detrás de una actividad vaya la siguiente inmediatamente, sin dejar tiempo a que la primera se asiente, repose y se afiance en nuestro interior para que podamos disfrutar de ella por el resto de nuestro días. Cuando a los mayores que asisten a recibir asesoramiento psicológico a Psicología Diez le preguntamos cuáles han sido los mejores momentos de su vida, a menudo refieren momentos de contemplación, de relajación, en los que han estado disfrutando del instante sin ninguna sensación de prisa. Probablemente, esa sea una de las mejores recomendaciones para el verano, disfrutar del tiempo y vencer a esa maldita sensación de prisa.

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