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Coronavirus en Cádiz | Testimonio entre cuatro paredes

Antonio Morillo: “Esto es durísimo; estoy como en Alcatraz pero sin tiburones alrededor”

  • El ex alcalde de Vejer Antonio Morillo vive el confinamiento en casa de un hijo en Los Caños, donde mata el tiempo con la lectura, el móvil, algo de ejercicio y miradas perdidas al Atlántico

  • "Aquí acaba la Edad Contemporánea; ahora empieza otra época que será la de los científicos o la de la solidaridad", reflexiona

Antonio Morillo, este vierne en el patio de la casa de su hijo en la que está pasando el confinamiento, en Caños de Meca.

Antonio Morillo, este vierne en el patio de la casa de su hijo en la que está pasando el confinamiento, en Caños de Meca. / D.C.

"Cuando esto se acabe y me abran la puerta de toriles voy a salir disparado y lo primero que voy a hacer es plantarme en la redacción de Diario de Cádiz con tres botellas de champán y una caja grande de lomo en manteca. Espero que nadie lo rechace". Con su sentido del humor de siempre Antonio Morillo, farmacéutico de profesión, ex alcalde de Vejer, ex diputado nacional por la UCD y el columnista más antiguo que tiene este periódico, ya tiene claro qué hará cuando logremos acabar con el coronavirus. Y pensar en el futuro le estimula en una situación en la que reconoce que el confinamiento le está haciendo mella. "Yo soy muy vitalista, me ha encantado siempre ir de aquí para allá hablando con todo el mundo y escuchando a la gente, y esto está siendo durísimo". "Estoy como en Alcatraz pero sin tiburones alrededor", dice de manera muy gráfica.

Un problema en un metacarpiano de un pie terminó provocando que Antonio Morillo saliera de su vivienda habitual de Vejer para pasar el confinamiento junto a su esposa en la casa que uno de sus hijos tiene en Caños de Meca, en Barbate. "Aquí estoy bien, muy cómodo, aunque no salgo para nada, ni para sacar al perro, y eso es frustrante. Además, mi mujer y mi nuera me echan la bronca cada dos por tres porque me dicen que no sé convivir y que no he asumido todavía que ahora las que mandan son ellas", dice entre carcajadas.

A sus 85 años de edad, Antonio Morillo se levanta cada día en torno a las ocho y media de la mañana y mata el tiempo como puede entre la lectura (los libros de Historia y el Diario son su prioridad), algo de ejercicio (especialmente dándole a unos pedales), miradas perdidas al Atlántico y muchas conversaciones telefónicas con amigos, con familiares –“"sobre todo con mis hijos y con mis 16 nietos, a los que quiero más que a mi vida"– y con compañeros de profesión tanto de Vejer como del resto de la comarca de La Janda.

Pese a la dureza de la situación, Morillo reconoce que el confinamiento es la única solución para superar esta crisis. "La historia nos dice que epidemias ha habido muchas y que hasta que no haya una vacuna lo mejor es evitar el contacto entre personas", reflexiona. Y, como jamás se olvida de su profesión, reclama de las autoridades más atención a las farmacias "que estamos en primera línea de batalla ahora y siempre, porque estamos ahí para atender dudas y quitarle miedos a nuestros vecinos".

Aunque el coronavirus está afectando sobre todo a las personas mayores, Morillo confiesa que no le tiene miedo a la muerte. "Yo a lo que sí le tengo miedo es a los hospitales, a los cables, a morir solo... Prefiero que cuando me llegue la hora sea en mi cama, durmiendo a pierna suelta. Pero no temo a la muerte. Yo creo en Dios y sé que cuando llegue a la otra orilla podré reencontrarme al fin con mi hijo Manolo, que se fue hace 20 años", se sincera.

Con tanto tiempo para pensar, este histórico político que siempre llevó a gala su ideología centrista llega a la conclusión de que estamos viviendo un momento histórico. "Parece increíble pero es verdad: un bichito de mierda ha puesto en jaque a toda la humanidad. Por eso yo creo que aquí acaba la Edad Contemporánea. Ahora entramos en otra fase que no sé cómo se llamará, si la de los científicos o la de la solidaridad. Pero que el mundo va a cambiar está clarísimo", subraya antes de hacer una petición personal a la sociedad en general y a la prensa en particular: "Contad más chistes, por favor, que hace falta reírse más".

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