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Víctor Monge 'Serranito' | Guitarrista

“Es una gira especial, llevaba cinco o seis años lejos del público”

  • El artista madrileño arranca la semana que viene en Algeciras con su gira de despedida que le llevará por distintas ciudades españolas en los próximos meses

El guitarrista Víctor Monge 'Serranito'.

El guitarrista Víctor Monge 'Serranito'. / Paco Manzano

Víctor Monge ‘Serranito’ (Madrid, 1942) comenzará el próximo 14 de julio en Córdoba su ‘gira de despedida’, una gira honorífica con la que pretende cerrar una trayectoria profesional de 65 años. Previamente, el próximo domingo 4 de julio, ofrecerá un concierto en Algeciras dentro del Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía, donde será reconocido por la organización.

–Visita usted Algeciras el próximo domingo, supongo que será algo especial...

–Por supuesto, lo es porque llevo mucho sin enfrentarme al público y estoy más nervioso que de costumbre, pero también por lo que para mí suponía la figura de Paco de Lucía. Paco era íntimo amigo mío desde que éramos jóvenes y un monstruo.

–Si tuviera que calificar a Paco de Lucía, ¿qué adjetivo emplearía?

–Es difícil emplear una sola palabra, porque ha sido muy grande. Yo tenía seis años más que él, pero recuerdo la primera vez que lo escuché tocar en Madrid, fue impresionante. Tuvimos una relación muy estrecha desde entonces, ya no sólo a nivel profesional, sino a nivel familiar porque para mí su padre Antonio y toda su familia eran como familia mía. Paco ha conseguido lo que nadie ha podido conseguir con una guitarra en el mundo, su forma, sus maneras y todo lo que ha hecho es maravilloso. Por eso, para mí tocar en Algeciras y romper el hielo de cara al público supone un placer enorme.

–Con todo lo que llevamos pasado con esta pandemia, empezar una gira de despedida, como se ha denominado será especial...

–Para mí es una gran ilusión. Voy a cumplir 79 años en julio y bueno, ya soy un tío, y poder tocar ante el público con esta edad es un privilegio.

–Eso mismo me dijo Paco Cepero hace unos días....

–Fíjate, Paco es de mi quinta y está también hecho un chaval (risas). He escuchado el último disco que ha grabado y es impresionante, porque hay temas muy buenos. Es muy amigo mío.

–Usted ha tenido la fortuna de vivir en primera persona aquel Madrid de los setenta plagado de estrellas en los tablaos...

–Para mí ha sido una suerte, como bien has dicho. Empecé a tocar la guitarra con 12 años y ya entonces casi todos los grandes artistas estaban en Madrid que era donde había trabajo. Yo era un niño y me sentía como si hubiese nacido en Andalucía porque he pasado toda la vida con los flamencos de allí.

–Cuando hablo con muchos artistas de la época, ya sean guitarristas, cantaores y bailaores, todos coinciden en que, cuando acababan de trabajar en los tablaos, iban a ver a Serranito...

–La verdad es que en aquella época, todos íbamos de un lado para otro cuando podíamos, porque si no había un grande cantando en un sitio, lo había en otro tablao. Incluso a veces coincidíamos en las fiestas posteriores, que era donde realmente ganábamos dinero. Nos daban, a lo mejor, las seis de la mañana, pero se ganaba dinero para la época que era. Era con aficionados de verdad y además de pasarlo bien, ganábamos dinero.

–Mucha gente se sigue acordando de aquel ‘Pájaro campana’ que se hizo tan popular...

–Es cierto, y todavía me lo piden. Fíjate que aquello surgió sin pensarlo porque yo venía de trabajar con un grupo que tocaba el arpa. Me gustó tanto que le hice unos arreglos y quedó precioso. Lo he llegado a hacer hasta con una orquesta. Es folclore sudamericano, pero convidado con nuestro aire, porque yo lo tocaba por tanguillos.

–Cumple usted 65 años de carrera, ¿le ha dado tiempo a todo?

–Yo creo que sí. Mira, recibí el Premio Nacional de Guitarra de la Cátedra de Flamencología de Jerez en 1971 y ese mismo año gané el Concurso de Córdoba. Aquel fue un año mágico para mí y a partir de ahí, empecé a dar saltos por todo el mundo y no he parado. He tenido la suerte de tocar en muchos sitios y con artistas muy grandes, de hecho me he dado la vuelta al mundo cuatro o cinco veces. También me ha dado tiempo a grabar una amplia discografía. Son muchos años.

–Ha dicho antes que aunque nació en Madrid, siempre se ha sentido andaluz...

–Sí, porque además, en Andalucía siempre me han tratado muy bien. Es más, me pasaba muchas veces que cuando he estado en Madrid y me han preguntado de dónde era y le hes he dicho que de Madrid, se han pensado que era andaluz, y cuando he estado en Andalucía, lo contrario. Como digo, en el sur siempre me han tratado bien, ya sea en Córdoba, enSevilla, en Cádiz, en Granada o en Jerez.

–Ya que habla de Jerez, usted ha tenido siempre un vínculo especial ya no sólo con la Cátedra sino con muchos artistas...

–En Jerez tengo muchos amigos, y cada vez que voy, me hacen bailar (risas), tampoco es que me obliguen, porque me encanta bailar, pero el bailecito corto. Recuerdo una vez que en un gira de presentación de un disco, hicimos el último acto en Jerez. Estaba cansado porque llevábamos muchas presentaciones. En un momento de la pincelada que daba, toqué por bulerías, y se levantaron del público El Sordera y Vicente, el padre de Diego Carrasco. Se pusieron a hacerme compás, total, que al final tuve que darme una pataíta. Es una anécdota que recuerdo con mucho cariño porque además, estaba toda la familia de Sordera, de los que he sido muy amigo. En general, con la gente de Jerez, siempre me he llevado bien. Terremoto me decía que tenía un apellido muy gitano, porque me apellido Monge, igual que él, y yo para buscarlo, le decía que era un apellido payo (risas).

–(...)

–De Jerez tengo también buenos recuerdos de los concursos de guitarra que organizaba la Peña Los Cernícalos. Allí hice muchas veces de jurado y coincidíamos muchos compañeros como ManoloSanlúcar y su padre, del que guardo un grato recuerdo. Por allí pasaron guitarristas que hoy son figuras, fue un concurso de gran prestigio y cada vez que bajaba, el presidente Antonio Benítez me trataba muy bien, era el que siempre me llevaba a la estación y me atendía.

–¿Cómo afronta realmente esta gira?

–Bueno, pues como he dicho antes, estoy más nervioso de lo habitual, quizás también porque llevo cinco o seis años sin tocar en público. Lo que pasa es que me dieron un homenaje en Madrid y claro, me entró otra vez el veneno (risas). Llevo dos guitarristas fenomenales, Javier Conde y Paco Vidal, que son dos jóvenes extraordinarios, que tocan muy bien, y ellos me ayudan también a soltarme los nervios.

–José Manuel Gamboa le definió en su libro como ‘El guitarrista de guitarristas’, ¿se siente así?

–Bueno, no es que yo me sienta superior a nadie, aquello iba encaminado a ensalzar aquella lucha que tuve por la guitarra de concierto. He tenido la suerte de cantar para grandes cantaores y eso hizo que me hiciera tan flamenco. Pero mi verdadera ilusión era ser guitarrista solista, y hasta en los tablaos en aquellos años traté de imponerlo. Quería que el guitarrista tuviera su sitio, siempre y cuando se preparara para ello.Creo que fui el primero de mi generación y fue un logro.

–Imagino que le tacharían de osado....

–Claro, porque todo estaba muy marcado y el guitarrista flamenco parecía que no podía despegarse del cantaor, y no se le daba la misma importancia que en la actualidad. Afortunadamente, eso ha cambiado hoy día y hay mucho nivel.

–Sin embargo, muchos guitarristas se quejan de la falta de oportunidades por parte de los programadores en muchos festivales a nivel solista...

–Es cierto, y reconozco que últimamente ha habido un gran bajón y no sé por qué. Los de mi generación hemos intentado poner la guitarra en un nivel muy alto y sobre todo muy respetado por todos los públicos del mundo. Quizás ahora hay tantos guitarristas que la competencia es mayor y eso hace que, de alguna manera, cueste más trabajo. Yo les pido a los festivales que la guitarra esté presente como solista porque hay muchos que se lo merecen y hacen gozar al público. Al que le guste el flamenco, le tiene que gustar la guitarra.

El guitarrista madrileño, con su guitarra. El guitarrista madrileño, con su guitarra.

El guitarrista madrileño, con su guitarra. / Paco Manzano

–¿Falta personalidad en la guitarra de hoy en día?

–Es verdad que hay mucho parecido porque se utilizan las mismas armonías, y entonces, siendo fantásticos, no se distinguen unos de otros. Quizás ahora se han perdido todas esas dificultades con las que tuvimos que luchar nosotros, ahora se tiene todo a la mano, a lo mejor falta algo de calle. Recuerdo una anécdota con Manolo de Huelva, al que admiraba porque metía a compás a los cantaores, que no quería que nadie cogiese sus falsetas y se escondía para tocar. Un día en el Villa Rosa antiguo, aquel en el que Ramón Montoya buscaba las fiestas, me llevó allí El Perlo de Triana. Toqué por bulerías e hice dos o tres falsetas suyas, y se quedó con los ojos abiertos asombrado. Afortunadamente, se lo tomó bien e incluso me corrigió algunas de ellas. He tenido mucha suerte de estar con todos estas personas, con Antonio Mairena, con el que disfruté mucho, con el Beni de Cádiz , El Chato de la Isla y Terremoto en Las Brujas, con Paco Cepero, con Caldera de Salamanca, el hermano de Farina...Con Cepero incluso asistí al nacimiento de aquella canción que hizo para Lolita, ‘Amor, amor’, porque se metía en un cuarto se ponía a componer.

–Recibió el pasado miércoles la Medalla al Mérito de las Bellas Artes. Supongo que todo un lujo, ¿no?

–Por supuesto. Era un reconocimiento que me concedieron en 2019, pero con esto de la pandemia no se pudo entregar. Me ha hecho mucha ilusión recibirla. Ahora también me han concedido el Ateneo de Triana, en Sevilla. Estoy muy emocionado y espero responder a todos esos reconocimientos que me están haciendo. –¿Cómo ha vivido Víctor Monge ‘Serranito’ esta pandemia y el confinamiento?–Pues tocando más que nunca. Se me han puesto los dedos chatos de tanto tocar, hasta en el meñique me salió la marca de las cuerdas. Y cuando me hartaba, me daba una pataíta por bulerías (risas).

–Usted conoció bien a Antonio Ruiz Soler, ‘Antonio El Bailarín’. Este año en el que se cumple su centenario, ¿cree que sigue siendo una figura poco conocida en nuestro país?

–Es posible. A Antonio tuve la suerte de conocerlo muy bien y fue uno de los primeros que sacó el flamenco al mundo, y además con su propio coste, y eso es algo que tiene mucho mérito. Era un bailarín con unas hechuras de bailaor tremendas, si no sólo hace falta ver la película ‘Duende y misterio del flamenco’. Llevaba el flamenco y el clásico español y gracias a él muchos países conocieron de primera mano este arte.

–Ha tenido la suerte de coincidir con grandes del cante, pero también del baile...

–Sí, yo he disfrutado mucho, por ejemplo, viendo bailar a Mario Maya, que movía un dedo y lo movía a compás. Su cuerpo estaba continuamente colocado aunque estuviera zapateando, era un estilo propio. También a Güito, al que iban a ver su cuello y su estampa en los tablaos; o Antonio Gades. A todos ellos, como pasa con Antonio Ruiz y con otros muchos artistas de este país y del flamenco, no se les puede olvidar.

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