Ir por delante

El autor argumenta lo beneficioso que puede resultar adelantarse a los acontecimientos, siendo tu propio oráculo. Aunque con ello renuncies al optimismo o a las sorpresas, a veces es bueno ponerse en lo peor, por si acaso

Aunque renuncies al optimismo o a las sorpresas, es bueno adelantarse a los acontecimientos y ponerse en lo peor . Aunque renuncies al optimismo o a las sorpresas, es bueno adelantarse a los acontecimientos y ponerse en lo peor .

Aunque renuncies al optimismo o a las sorpresas, es bueno adelantarse a los acontecimientos y ponerse en lo peor . / © OLE ARNT THOMSEN

Presume solo ante el espejo, o te dirán que careces de modestia. Tanto en la belleza como en la riqueza, mejor no hacer alarde, pues aparentar es tan impostado como un calvo con peluquín que, al estrenar su postizo, confunde la ubicación del cogote con la del flequillo. Más tarde o más temprano, todo se descubre, igual que a los farsantes siempre se les acaba pillando en el renuncio. Debemos tener muy presente que de nada sirve ocultar la realidad o adulterarla, a no ser que te ganes la vida como actor o mago. Lo suyo es ir de frente, sin enredarse en mentiras o medias verdades, pues pesan tanto como el plomo en los bolsillos de la conciencia.

Analizando con esmero a esos petulantes patológicos, encontramos socorridas frases, tópicos, citas o aforismos que les retratan de arriba abajo: "La arrogancia es una manifestación de debilidad, el miedo secreto hacia los rivales o el temor a no conseguir lo que se desea", sostenía con ahínco el predicador americano Fulton John Sheen a principios del siglo pasado, aunque ya con mucha antelación y extrema sencillez lo había dejado meridianamente claro el filósofo chino Lao-Tse, afirmando una obviedad monumental: "Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad". Evidentemente hay casos sin remedio, pero la mejor cura para un fanfarrón, presuntuoso o engreído es ver cómo los imponderables achaques de la edad, irreversiblemente, van haciendo estragos en su autoestima. Porque no cabe la menor  duda de que es el inexorable paso del tiempo quien va colocando a cada cual en su sitio. Cuanto antes aprendamos esa sabia lección vital, mucho mejor que arrepentirse cuando ya sea muy tarde para hacerlo.

La arrogancia es una manifestación de debilidad, el miedo secreto hacia los rivales o el temor a no conseguir lo que se desea. La arrogancia es una manifestación de debilidad, el miedo secreto hacia los rivales o el temor a no conseguir lo que se desea.

La arrogancia es una manifestación de debilidad, el miedo secreto hacia los rivales o el temor a no conseguir lo que se desea. / © OLE ARNT THOMSEN

Partiendo de esa base, en casi todos los aspectos de la existencia, hay una palabra que para mí resulta sagrada: la anticipación, o dicho de otro modo, intentar adelantarse a los acontecimientos con previsión estratégica, siendo tu propio oráculo. Ponerlo en práctica es 'mano de santo'. Aunque con ello renuncie al optimismo o a las sorpresas, mucho antes de conocer una resolución o desenlace, suelo ponerme en lo peor y planificar cómo debería actuar en caso negativo o contrario a lo que esperaba. Así, reaccionando con rapidez y reflejos, evito el llanto o las lágrimas, ya estoy ‘vacunado’ previamente, sufriré menos.

"Renovarse o morir", es una paremia o refrán popular atribuido al filósofo y escritor Miguel de Unamuno, que el Instituto Cervantes destaca como la saludable necesidad de realizar cambios, por lo general radicales, en el comportamiento y la imagen, dentro de un contexto profesional o personal. Humilde y modestamente, prefiero modificar esa frase lapidaria o proverbio por el de "anticiparse o morir". Eso es lo que yo pongo en práctica, o al menos lo intento. Me explico: creo que vivir es como participar en una carrera con la ley de Murphy persiguiéndote. Ya sé que "si algo malo puede pasar, pasará", pero mejor ir por delante. preparado y consciente del deterioro que iré sufriendo. Algo así como leer prospectos de medicamentos, sin que te afecte la hipocondría…

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.

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