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Según el diccionario "pasar a la historia" es adquirir gran importancia o transcendencia, pero también perder el interés por completo. Don Pedro Sánchez y Pérez-Castejón afirma que pasará a la historia. Pasar a la historia, como ser famoso o extraordinario, no es garantía de nada bueno o brillante. Pocas personas más famosas que Hitler o Stalin, pero han pasado a la historia por sus extraordinarias crueldades y gozan de muchísima fama, pero mala.

El Sr. Presidente del Gobierno también ha decidido el motivo por el que pasará a la historia: "por haber exhumado al dictador (Francisco Franco) de un gran monumento". Cree el político que solo pasará a la historia por este hecho y que este hecho será valorado positivamente. Pero cuando uno mismo es quien se ubica en el frontispicio de la historia, acaso sea un narcisista, o un bobo de solemnidad.

Pensar que por cambiar un cadáver de sitio, al cabo de los lustros, se ha vencido a la dictadura es una estupidez del tamaño del Valle de los Caídos. La historia no se puede narrar por un Boletín Oficial. La historia son hechos y los narran los historiadores. Franco también creyó que podría escribir su historia, incluso después de muerto, y erró. Sánchez, al igual que Franco, cree que va a escribir su historia, pero se la escribirán. Y en esta historia no sólo se contemplará el cambio de sepultura, como él piensa, sino sus decisiones para con los vivos. La historia le pedirá cuentas de sus acciones y hará balance. Igual pasa a la historia por otros acontecimientos y lo haga con mala fama. La historia juzgará.

De momento, si en España se vuelve a votar libremente, serán las urnas las que pongan a cada candidato en su puesto político. Y los historiadores los que pongan a esos políticos en el lugar de la historia que les corresponda y con la fama que ganen.

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