Enrique / Montiel

En Carmona, 1989

El pinsapar

22 de enero 2013 - 01:00

HOY más que nunca me siento la gente. Formo parte de los indignados, los incrédulos, los tiesos, los parados, los desahuciados, los engañados por los bancos y cajas con "participaciones preferentes", que ya hay que tener poca vergüenza para escarnecer la confianza de ancianos ignorantes. Conocer que el presidente de la Comunidad de Madrid se compró un ático en Marbella con tres garajes y tres trasteros por 770.000 euros, en el momento en que más emperrado estaba en el euro por receta me pareció superior a mis fuerzas. Mucho más con una empresa de por medio cuando menos sospechosa. Vomitivo. Y mirar ayer la tv y verlo sentado tan pancho en el comité máximo del PP que trataría del escándalo Bárcenas, el colmo. ¿Lo de Bárcenas? Ver a la Soraya del PSOE ponerse estupenda exigiendo al Partido Popular la prueba del algodón democrático, con la que le está cayendo encima en la Andalucía de los EREs... y en otros sitios, pues igual de tremendo. Como a la gente. Lo que pasa es que no hablan con la gente, con los indignados, los tiesos, los estafados por los bancos y cajas, los desahuciados, los parados, los engañados por los mil y un engaños de los listos que nunca acaban de caer, siempre marinean y flotan como los mojones en los caños. Tremendo el clamor que sale de lo más hondo de las tripas de la gente, este clamor que podría acabar con todo, si la gente no fuera tan buena. Sí, soy la gente que grita y quiere cárcel para estos, los otros y todos los que se han enriquecido, los que nos han empobrecido, los que. Cárcel y que devuelvan el dinero, sin piedad, para quienes puede que hayan socavado definitivamente las cuadernas de nuestro Estado de Libertad, nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. El domingo oí en el Falla lo que le decían al Rey, a todos. ¿No tiene valor lo que los copleros cantan en el Falla? Sin duda, y mucho. Es el clamor que sale de esas tripas vacías o hartas de la bazofia que nos dan, estos políticos codiciosos, avaros, impresentables. Sí, soy la gente peligrosa que con el silencio prende fuego a todo lo que se mueve; la gente ciega, airada, estupefacta y llena de rabia, impotencia y dolor. La gente que no puede entender -ni soportar- que un concejal se enriquezca a los pocos años, o que un tesorero de un partido se lleve a Suiza un saco de millones de euros. Esa es la gente que puede derribar todo en un arrebato, un momento de enajenación. La gente desesperada, harta, engañada, dolida que levanta la guillotina en cada Plaza Mayor. Los españoles.

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