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QUIENES vieron en la legalización de Bildu un paso adelante de los abertzales que, bajo la inspiración de Arnaldo Otegi, se habrían rebelado contra ETA, aunque sin condenarla en ningún momento, se han dado de bruces con el último comunicado de la banda terrorista, hecho público coincidiendo, en macabra conmemoración, con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, aquel concejal de Ermua al que fijaron día y hora para su ejecución, y la perpetraron.
Bueno, se han dado de bruces con la realidad. No es que los comunicados etarras digan siempre la verdad, pero es un hecho que los terroristas están contentos con que Bildu haya entrado en las instituciones democráticas, y con qué fuerza: el Ayuntamiento de San Sebastián y otros cien más, la Diputación de Guipúzcoa y lo que se espera dentro de unos meses... ETA afirma que se ha ganado la batalla política e ideológica de la ilegalización -que supuso el mayor avance de la libertad en Euskadi en muchos años- y que sus objetivos están ahora más cerca. O, dicho de otra manera, que el objetivo de los demócratas, que se resumen en acabar con ETA, está ahora más lejos. ¿Y cómo va a renunciar definitivamente a la violencia si logran lo que quieren sin dejarla?
Por lo demás, se va cumpliendo, inexorable, la agenda que la coalición Bildu se había marcado tras su éxito electoral, no tan notable, pero que resultó multiplicado por la incapacidad de los partidos democráticos (PSOE, PP, PNV) para cerrarle el paso. Agenda que se sustenta en dos designios: borrar toda huella de España y entregar el poder a Batasuna, o sea, a la empresa matriz. Lo mismo se manda a los sótanos el retrato del Rey que se retira la bandera española, se destierra el uso del castellano en las ruedas de prensa, se releva a músicos andaluces (La Mala Rodríguez yMelocos) del programa de conciertos de la Semana Grande de San Sebastián, sustituidos por grupos euskaldunes (Berri Txarrak y Su Ta Gar), se anuncia una Capitalidad Cultural europea centrada en la difusión de la cultura autóctona o se calienta el ambiente para exigir la retirada de las Fuerzas de Seguridad del Estado y del Ejército de la sagrada tierra de Sabino Arana. Con respecto a la segunda meta, los puestos de asesores, jefes de gabinete y portavoces son para acreditados militantes de Batasuna que habían tenido que abandonar alcaldías y concejalías por negarse a condenar algún atentado, en función de la ley de partidos que el Tribunal Constitucional dejó sin efecto. Es normal: son los que mandan, no sé si con el mismo collar o con otro.
Mientras, Otegi se queja amargamente: "Estar en la cárcel es muy duro". Hay cosas más duras. Si no se le ocurre nada, que le pregunte a la familia de Miguel Ángel Blanco. O a tantas otras.
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