LA Orden Franciscana solía apartarse de su regla fundacional y era frecuente que aparecieran reformistas para devolverla al camino correcto. De tanta reforma nacieron coletinos, martinianos, clarenses, capuchinos, alcantarinos, recoletos; mayores, menores; calzados y descalzos..., todos franciscanos. Al PSOE le pasa igual.

La Orden del PSOE fue fundada en 1879, como obrera, socialista y marxista. Se debió reformar en época del Padre Largo Caballero debido a la confianza que tuvo con Joseph Stalin, que era el Superior de la Orden Comunista y en la que aquél debió profesar sus votos perpetuos, pero no lo hizo, con todo lo que hizo...

Tampoco triunfó la reforma del hermano Julián Besteiro cuyo socialismo fue defendido en términos más recoletos. Perdido o escondido durante cuarenta años, apareció una comunidad de frailes eremitas comiendo tortilla en Puebla del Río. Una vez muerto Francisco Franco, alias El Caudillo –no antes-, los eremitas de la tortilla fundaron convento de observante por muchos años y borraron del título de la orden lo de socialistas.

El Padre Zapatero, mucho más maduro y ‘fidel’, pensó en una reforma carmesí más ecuménica, a través de la alianza de las civilizaciones, pero acabó en el convento de Largo Caballero en el que también estaba un joven Pedro Sánchez de monaguillo –hoy mandamás-. Fray Pedro Sánchez es tan pobre que comparte la celda con cualquiera. No le importa que vayan con hoces y martillos, o con hachas y serpientes. Se mete en el catre con cualquiera o con todos a la vez.

Fray Alfonso Guerra -un religioso ya jubilado, pero ladino y con retranca- va y le dice al Guardián del convento que esta no es la Orden en la que ingresó, que es otra y que le gusta más la anterior. Sería bueno que buscara monjas y frailes para fundar nueva casa. Amén.

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