Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez 1983: los alumnos de COU, el jardín y la quimera

Alumnos de COU de La Salle Buen Pastor -año 1983- posando en el jardín del colegio.

Alumnos de COU de La Salle Buen Pastor -año 1983- posando en el jardín del colegio.

No es Gaya Ciencia. Ni especulación ni ucronía. Tampoco libre incursión en camisa de once varas. Sí, por descontado, fundamento (medular) de ley de vida. Instantes de pureza. Colegio y juventud. Etapa que imprime carácter. Arsenal que no conoce renuncias. Sensaciones con tacto de yerbabuena. Mirada de canela y clavo. Orgullo de pertenencia. Relaciones rebosantes de humanidad. Física y Química. Ciencias o Letras. Sensibilidad donde no cunde el pánico. Inocultable júbilo ante cuanto se avecina. Subidón académico. Adiós a La Salle. Ahora la Uni. Con su clima de novedad. Hacia la experiencia por lo desconocido. Combinatoria de nostalgia y satisfacción. Avanzando, que es gerundio. “Que el caminante es suma del camino”, dijo Antonio Machado. Chicas y chicos de COU. Todo olía a estreno. Todo sabía a independencia. Todo sonaba a libertad en aumentativo.

Hace días leo en Diario de Jerez una noticia que me llena de contento. Por cuanto entraña. Por cuanto sublima. Por cuanto irradia. La promoción de 1983 del Colegio la Salle Buen Pastor celebra -todos los integrantes de nuevo juntos y no revueltos- su cuarenta aniversario. Que no es número cojo ni moco de pavo ni quisicosa de menor enjundia. Como acto central, una Eucaristía oficiada por el sacerdote Enrique Soler, quien además forma parte de dicha promoción. Santa Misa en la lasaliana capilla donde estrenábamos confesiones. Con don Claudio. Ave María Purísima. Capilla de mariposas en el estómago durante las previas de la Primera Comunión. Capilla de artística envoltura de Muñoz Cebrián -Vía crucis para asombro de mozalbetes-. Capilla con resonancia de cantos poéticos de pájaros a la literaria manera de Juan Ramón Jiménez. Capilla con cercanía de Roa la Bota.

Este tipo de reuniones -de encuentros, de reencuentros: ¡tan lejos, tan cerca!- no tiene jamás nada de ficcional ni de impostado. No tiene desperdicio. No tiene prisa ni sofoco. Porque además sobreviene la máxima de John Milton: “La juventud anuncia al hombre como la mañana al día”. Y, a qué negarlo, los amigos de entonces entroncan con la épica de la fidelidad. De la lealtad. Niños que se hacen muchachos. Muchachos que arriban en la adultez de un presente cargado de primaveras. Cangilones de una misma noria cuyas vivencias se disponen sucesivamente por fases educativas. Dios los cría y… Estos niños se hicieron amigos de una vez -¿por afinidades electivas?- y ya para siempre. Puro Goethe. Aeternum…

Pour toujours. Forever. Für inmer. Lo cantó Josep Carreras. Friends for life. Fertilidad de sentimientos que no decaen. Si la niñez es la patria del hombre -Rilke al pie del cañón-, la amistad que se traba en dicho trayecto vital crecerá incólume -como unas cubrebotas resistentes al agua, al fango y a la maleza-. No hay tontaina capaz de separar a los amigos unidos ya de párvulos. Ni por asomo ni por arrimo. Ya puede quienquiera que fuese urdir las más astrosas maledicencias o las murmuraciones menos sanas. Nones. La amistad de chiquillos permanece blindada a prueba de bombas, de bombines y de bandazos. Quien lo probó, lo sabe. Como el amor en la lírica de Lope de Vega. Es fidelidad que resiste, como la canción del Dúo Dinámico en la voz de Antonio Banderas junto a Victoria Abril y Loles León (léase la última secuencia de la almodovariana película ‘Átame’). Es reciprocidad que se entreteje, como la prosa cervantina en ‘La ilustre fregona’ (viaje detenido de Carriazo y Avendaño). Es fibra que se agiganta, como la musculatura en el mito de Hércules.

Hoy publicamos en ‘Jerez íntimo’ una fotografía protagonizada por parte -una representativa parte- de estos sesenta y tantos compañeros que acaban de celebrar su cuarenta aniversario de promoción. Y -tirando del hilo de los contactos- aquí podemos ofrecer una imagen de 1983. La imagen del final de la andadura colegial. COU. Sentados: de izquierda a derecha: Guillermo Pérez, Carmen Martín Hidalgo, Ginés Jimena, Carmen García y Francisco Muñoz. De pie: José Manuel Jiménez, José Manuel Sánchez, José María Sánchez, Manuel Moure, Pedro Pérez y Jerónimo López. Excelentes profesionales del Jerez actual. Compañeros del alma -entre ellos-, compañeros. Ecos de Miguel Hernández. Gente de bien. Jerezanos que construyen ciudad. Amistad de quilates como la siempre latente en Tom Sawyer para con Huckleberry Finn. Y viceversa. O Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres. Porfirio, el preclaro hermano de la Salle, puede corroborar cuanto aquí gloso.

Alumnos antaño de la misma quinta, de la misma clase, de la misma edad. De la misma forma de ser. Coincidentes en la forja del futuro. Los recuerdos no nacen hoy viscosos. Suene la música de entonces. ‘No controles’ de Olé Olé. ‘New Year’s Day’ de U2, ‘China Girl’ de David Bowie. ‘¿Y cómo es él?’ de José Luis Perales. O ‘Este amor ya no se toca’ de Yuri. Prima la belleza femenina de Daniela Romo. 1983: la televisión de Ana Diosdado en ‘Anillos de oro’, Fernando García Tola presentando el espacio de entrevistas ‘Si yo fuera presidente’ o Emilio Aragón en su primera incursión fuera del circo: ‘Ni en vivo ni en directo’. 1983: Jerez, alumnos de COU de La Salle Buen Pastor. Nervios. La textura del deber cumplido. De la prueba superada. Todos posando en el jardín del colegio. Como correspondencia al anticipo que cantara el poeta: “El jardín tiene una fuente y la fuente una quimera…”.

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