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Otros muchos ya lo hicieron antes. Desde Hitler hasta Ramoncín. Desde Marco Aurelio hasta Agatha Christie, pasando por Florinda Chico, que sacó en su momento uno de recetas de cocina. Y es que publicar libros es un empeño que obsesiona a tal cantidad de gente en este mundo que lo difícil hoy sería encontrar a alguien que ni lo haya hecho todavía ni tenga la intención de hacerlo. Quizás por eso el presidente Sánchez, en su faceta de persona corriente, haya entendido que ya iba siendo hora de sacar el suyo (igual que publicaron en su día otros ilustres políticos, como Manuel Azaña o Santiago Carrillo, que aparte de ser mucho menos guapos, ni siquiera sabían jugar al baloncesto.)

Reconozco que, como la mayoría de los que han dado su opinión sobre este Manual de resistencia -que así es como se llama-, yo tampoco me he leído el libro. Pero no pienso que tengamos la menor obligación de leérnoslo para poder hablar de él. Sobre todo porque el presidente Sánchez tampoco ha tenido el detalle de escribirlo y, sin embargo, bien que aparece su nombre en la cubierta. Pues no seré yo quien se lo eche en cara.

Y no se lo voy a echar en cara porque -igual que les ocurre a los dependientes de los ultramarinos y a los chinos que regentan sus propios restaurantes- a los presidentes del Gobierno, con la cantidad de horas que tienen que estar al frente del negocio, si apenas les queda tiempo para leer, ya me dirán de dónde lo van a sacar para escribir.

Haber recurrido a la figura del "negro", para evitarse la fatiga de escribir esas trescientas y pico páginas que perfectamente podía redactar otra persona sin que se notara la diferencia, es algo que le han afeado, pero que no tiene la menor importancia. (De hecho, tampoco Alejandro Dumas escribió ni la mitad de las novelas que salieron con su nombre y aquí nadie pidió que dimitiera de sus cargos.) Pero lo que sí ha molestado, especialmente a algunos militantes de la vieja izquierda, es que le pusiera ese título.

Y ha molestado porque alguien como Sánchez -cuya carrera se parece más a la de Shakira que a la de Marcelino Camacho- ha titulado Manual de resistencia a su libro sin haber estado entre rejas ni haberse jugado el pellejo. Y porque habla de lidia y de aguante, como quien habla de trincheras y de bombardeos, cuando lo más parecido a una guerra que ha vivido es su enfrentamiento con Susana Díaz para ver quién de los dos lideraba el partido. Aunque a lo mejor el concepto de resistencia del que estamos hablando tiene más que ver con hacer pesas que con otras luchas.

Pero no saquemos las cosas de quicio. Jesulín de Ubrique grabó hace años un disco de baladas y hemos podido sobrevivir a aquello. Así que estas ambiciones literarias de Sánchez, sacando un libro de autoayuda para jóvenes que sueñan con presidir países, no nos deben inquietar. Al menos hasta que toque colocarlo en la estantería y comprobemos que va junto a las obras de Sánchez Dragó, que también escribe pero vota a otro partido.

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