Juan Manuel / Sainz Peña

Videntes

LA TORRE DEL VIGÍA

30 de octubre 2011 - 01:00

EN algunas de esas noches en las que el índice Nikkei o el Dow Jones me han quitado el sueño, he podido descubrir que el mundo televisivo nocturno está plagado de brujas, videntes y otros charlatanes de feria que, vía telefónica, echan las cartas y te adivinan el futuro augurándote una sustancial mejora económica mientras el contador del 902 al que el incauto ha llamado corre que se las pela.

Qué quieren que les diga. Ni he creído ni jamás creeré en semejante estupidez. Nuestro futuro, me parece, se reparte como una tarta entre nuestras decisiones, la suerte y el sino de cada cual, que está escrito en alguna parte; aunque, desde luego, no al alcance de ninguno de estos estafadores profesionales que juegan con la desesperación y la más absoluta ignorancia de quienes se dejan embaucar sin importarles que cada consulta les cueste un ojo de la cara.

No hay más que ver el decorado de barraca y el atrezo que más que impresionar provocan sonrojo y vergüenza ajena.

No termino de entender, empero, la cantidad de gente que llama y cree a pies juntillas todo lo que estos videntes con más cara que los ficheros de la Interpol le sueltan por esa boquita.

La otra noche, uno de estos fulanos, en pleno orgasmo adivinatorio, poseído como el que escucha un disco de Manolo Escobar le decía a una ingenua: "¡¡Señora, míreme, míreme a los ojos: sus problemas económicos se van a resolver pronto. Pero míreme..!!" Y la otra, pobre, murmuraba: "Ah, vale, vale".

Todo esto me recuerda al viejo chiste del tío que llama a la puerta del vidente y éste, sentado delante de la bola de cristal, pregunta: "¿quién es?". Y el otro, desilusionado, contesta: "Jo, vaya mierda de adivino".

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