David / Fernández / Director De / Diario De Jerez

Una boca 'prestá'

Notas al margen

29 de junio 2014 - 01:00

EL objeto del deseo de media humanidad no es un Ferrari, ni un yate, ni un enorme chalé en la playa. Tampoco es algo tan sucio y ruin como el dinero. Y quienes piensen que lo más pretendido es pasar un día con tu artista favorito, también se equivocan. Lo más codiciado por el común de los mortales en la actualidad es tener una boca prestá. Lo pueden comprobar a la vuelta de la esquina y en sus propias entrañas. Cuando alguien se cuela en la carnicería con el pretexto de que olvidó el jarrete para el puchero, por lo general le cedemos el paso. Pero si tuviésemos una boca prestá le cantaríamos las cuarenta por tener la jeta de comprometernos y porque todos tenemos mucha prisa al fin y al cabo, ¿o no? Ahora bien, como sólo contamos con la boquita que nos dieron al nacer, lo normal es poner cara de limón exprimido y dejar al personal que se cuele por la cara. Y mucho cuidado: porque si se le ocurre frenar las intenciones del listillo de turno porque usted ha dejado la olla en la vitro se expondrá al recelo y los gestos de reprobación de la envidiosa clientela, que no se atrevió a decirle lo que pensaba.

En este país somos así. Cuando un delincuente roba una bicicleta y gracias a la diosa fortuna es interceptado por sus legítimos propietarios, siempre se repite la misma escena. Tras el forcejeo y cuando el dueño se dispone a llamar a la Policía para denunciar lo ocurrido, ¿qué hacen los curiosos que poco a poco se arremolinan alrededor? Revestirse de representantes de Dios en la tierra y proclamar: "Déjelo hombre, ¿no ve que está drogao? ¿No le ha dado ya la bicicleta? Déjelo ya, hombre, que le va a buscá la ruina..." Por supuesto, muchos curiosos son partidarios de denunciarlo, usted por ejemplo, pero carecen de esa boca prestá con la que armarse de valor para poner las cosas en su sitio y no hacer que el delincuente parezca el propietario de la bicicleta y viceversa.

Al parecer, la dichosa boca prestá es la única que sabe discernir porque nunca pierde el sentido común. En cambio, la nuestra contamina la razón y nos impide hablar en consonancia con lo que pensamos. Cualquiera podría advertir que hoy falta personalidad, y puede ser, pero haría falta una boca prestá para admitirlo. Cuando la Policía precinta un local comercial o un restaurante por carecer de licencia, lo razonable es aceptar las reglas que todos nos hemos fijado. Pero basta una mesa, una gran pancarta y unos folios para pedir la firma a todo quisque a fin de que se reabra el establecimiento ilegal, para que estampemos nuestra rúbrica con letras de molde. Como dice el cante, por delante buena cara y por atrás me estás vendiendo. Lo primero es firmar y quedar bien con el señor que te hace sentir culpable de su situación y lo siguiente es criticarlo a base de bien. Claro que de tener esa bonita boca prestá para poder decir lo que estaba pensando, más de uno, en lugar de firmar, le diría cuatro cosas a los relistos que abrieron sin encomendarse a Dios ni al diablo y hasta al propio Ayuntamiento por dejar pasar demasiado tiempo sin actuar. Nada como una buena boca prestá para acabar con los males del mundo, con los ladrones, los pícaros y los hipócritas, con los enteraos, los traidores y los mediocres y con los que viven del cuento. Pero comoquiera que en este instante no dispongo de esa boca tan codiciada, que pasen un feliz día.

También te puede interesar

stats