Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Me declaro feminista. Así, sin tapujos. Pero de los de verdad. De los que cree en la igualdad real entre el hombre y la mujer. Feminista, porque creo en un mundo donde las oportunidades se consigan por la valía de las personas y no por el sexo de uno u otro. Que no por el género, que es una terminología exclusivamente gramatical. Creo en la aptitud de las personas indiferentemente de todo lo demás. Y por ende, detesto el machismo. Y también el hembrismo.

Sí, el hembrismo. Esa ideología que cree que la mujer tiene que quedar por encima del hombre, siempre. Una actitud adoptada frecuentemente por el mal llamado Ministerio de Igualdad. Un hembrismo extremista – por cierto – que parece no atender siquiera a la normativa sanitaria, pues todo vale. Luchemos por un feminismo de verdad. Por la igualdad entre hombres y mujeres, reconociendo el papel de ambos en la sociedad como parte de un mismo sentido común. El ganarse el sitio con la sapiencia, con la aptitud y con la actitud. Sin desprecios. Sin complejos. Lo que hoy nos venden desde la política como feminismo no es feminismo. No se dejen engañar. Flaco favor le está haciendo el hembrismo a todo lo que ya se había logrado. Feminismo en todos los sentidos. Pero en todos. En el trabajo, en la familia y en las leyes. Que esta corriente hembrista enaltece – cada vez más a menudo - el papel de la mujer en detrimento del hombre, legislando un poder muy desigual para unos casos u otros.

Eso no es feminismo. Al igual que la paridad. Tampoco es feminismo. Igualdad de condiciones. Es ser iguales para todo. Si en un grupo cualquiera deben estar 10 mujeres y 2 hombres o viceversa que sea porque así se lo han ganado. Y lo valen. Y no por lo que tienen entre las piernas. Volvamos al origen. Respetémonos. Pero todos por igual. Hombres y mujeres. Juntos. Por un feminismo de verdad.

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