Cofradías

¿Son viables las procesiones en una pandemia?

  • El debate cofrade de la ciudad se sitúa en la compatibilidad de hacer actos piadosos en las calles guardando las medidas sanitarias

María Santísima de la Candelaria en los Jardines de la Atalaya.

María Santísima de la Candelaria en los Jardines de la Atalaya. / Manuel Aranda (Jerez)

Con el tramo final del verano, se abrió el debate en el mundo cofrade de cara a comenzar un curso con total normalidad en cuanto a las manifestaciones de fe en las calles se refiere o, por el contrario, tomar un rumbo más cauto a la espera de mejores momentos.

El 13 de septiembre, los presidentes de los consejos de Andalucía se reunían en Antequera de cara establecer una estrategia común que arrojara menos incertidumbre de la que impera actualmente. El presidente del consejo de Málaga, Pablo Atienza, guarda una estrecha amistad con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Todo hace indicar que Atienza traía la tarea hecha y exponía en la reunión antequerana la voluntad de la Junta por llevar a cabo la búsqueda de fórmulas que hagan compatibles las procesiones con las medidas sanitarias. Prácticamente un mes después, Moreno Bonilla acudía a la presentación en Sevilla del centenario de la agrupación de cofradías de Málaga. Allí, el presidente de la Junta hacía pública su voluntad de “no perder la esperanza” y buscar fórmulas que hagan posible “poder vivir una Semana Santa a pesar de la pandemia”.  Todo ello era el comienzo de una puesta en marcha de distintas líneas de acción actualizadas a unos tiempos de pandemia en el que sea posible una procesión y guardar las medidas necesarias para evitar contagios y brotes de COVID-19. La mayoría de presidentes andaluces comenzaba a trabajar por medio de comisiones. Sevilla, en cambio, se mostraba más reacia y su propio presidente, Francisco Vélez, afirmaba en unas declaraciones que “no todo el mundo puede tener una plaza como la San Lorenzo”, en alusión al acto organizado por el Gran Poder. En Diario de Sevilla aparecía publicada una encuesta en la que más del cincuenta por ciento de los cofrades que participaron se mostraron reacios a una Semana Santa distinta a la que siempre ha sido. El resto, se dividía entre los que estaban de acuerdo con buscar nuevas fórmulas o esperar acontecimientos que pudieran desembocar en una mejoría del estado de contagios y una puesta en marcha con datos más fiables de cara a una previsión.

Patrona

En Jerez el curso comenzaba con la festividad de la Patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Merced. El día 24 de septiembre, festividad de la Santísima Virgen, todo estaba preparado para vivir intensamente una jornada para el recuerdo. Miles de jerezanos se acercaron a la basílica y cientos de ramos se aglomeraron alrededor de la Patrona que ocupaba el centro de la nave del templo. La Virgen estuvo más cerca que nunca de sus hijos a pesar de no ir a su encuentro.

Mientras todo esto se vivía y se sentía profundamente en la devoción popular de Jerez, en el barrio de La Granja, la hermandad del Soberano Poder, solicitaba al Ayuntamiento poder celebrar en las calles del barrio el rosario de la aurora que cada año se organiza, teniendo en cuenta que la advocación de la imagen titular mariana es la de Mercedes. El Consistorio estuvo renuente a una respuesta y su hermana mayor, Inmaculada Vadillo, tuvo que requerir una contestación que desde el punto de vista de los técnicos era un “sí” que finalmente se convertía en un “no” del delegado de movilidad, Raúl Ramírez. Mediante una llamada telefónica y no por medio de un escrito de resolución. No se pudo celebrar el acto piadoso.

La Unión de Hermandades, encabezada por su presidente, Dionisio Díaz, hacía de mediador entre el Consistorio y las hermandades que estaban dispuestas a solicitar sus actos públicos. El rosario de la aurora de la Candelaria obtenía el visto bueno del Ayuntamiento que cedía las instalaciones de los Jardines de la Atalaya para el desarrollo del acto. Todo estuvo perfectamente organizado y tan sólo durante algunos segundos, los fotógrafos, ávidos de tomar la primera instantánea de una imagen dándole la luz del sol tras varios meses de inactividad, se arremolinaban alrededor de la parihuela. Fueron quizá momentos de improvisación sin que llegara a más.

A primera hora de hoy, la Virgen del Rosario, Patrona de Capataces y Costaleros podrá acudir a su nueva sede en Santiago en un traslado que tendrá lugar a las 8,30 horas. Otro acto al que el Ayuntamiento da el visto bueno. Por su parte, el Consistorio avisa que estas celebraciones tendrán que desarrollarse a primera hora de la mañana para evitar grandes aglomeraciones y llevarse a cabo en un recinto cercano. A la vuelta de la esquina está la Virgen del Amparo de la hermandad de la Sed y posiblemente la del Soberano Poder que volverá a pedir salir a las calles de La Granja en ese acto piadoso que quedó en el aire.

Comisión

Mientras todo esto sucede, el consejo ya tiene nombrada una comisión que estudia posibles alternativas de cara a la Semana Santa. La forman, junto con el mismo presidente, los hermanos mayores del Amor, Exaltación, Entrega y Consuelo del Pelirón junto con los consejeros Orlando Lucena, José Vicente Montoro y Sebastián Romero. Todo muy precipitado cuando ni siquiera se sabe cómo se van a poder vivir este año las Navidades. Pero alguna tarea habrá que tener hecha y es comprensible comenzar a crear líneas de trabajo. Al menos de intentarlo y que no sea porque se le pasó el arroz como le sucedió a la cigarra. De momento, nada ha trascendido a una posible Semana Santa con coronavirus, aunque se habla de la avenida Álvaro Domecq y la calle Sevilla. Todo entra dentro del paquete de imaginaciones y ensoñaciones varias y sin tener un argumento sólido de que la plaza del Banco se trasladará a la plaza del Caballo. Aunque no habría que descartar que la idea madurara. Lo de Ifeca como un lugar para aparcar pasos en caso de lluvia no merece el menor comentario al tener el convencimiento de que esta peregrina hipótesis debió de nacer de cualquier tuitero cofrade con insomnio, un móvil en la mano y mucho tiempo libre.

Las procesiones podrían ser compatibles en medio de una pandemia si esta se encuentra totalmente contralada por las Autoridades Sanitarias y se testea a través de pruebas a quienes participen. Sin embargo, decir procesión es igual que hablar de una aglomeración de público. Los pasos salen para que la gente los vea. Para desgracia de muchos cofrades, el distanciamiento físico es fundamental si se quiere controlar el número de contagios. Verificar un cortejo o una cuadrilla de costaleros es posible. Sin embargo, hacer lo propio con los devotos en las aceras es cosa imposible. Ahí está el dilema de una manifestación de fe a la que el pueblo cristiano tiene su derecho adquirido frente a una enfermedad muy desconocida y que tiene un alto poder de contagio.

Como corolario final, las conclusiones a las que han llegado los obispos del sur hace unos días tras un encuentro en Córdoba. En la puesta en común de los prelados andaluces se manifiesta una máxima que deberá de hacer reflexionar a todos los que quieran un paso en las calles al precio que sea. Por parte de los obispos se invita a las cofradías y hermandades a que, “en comunión con los pastores, fomenten el culto a sus sagrados titulares —respetando la normativa sanitaria—, continúen los procesos formativos de sus miembros y la caridad con los necesitados, y eviten ‘sucedáneos’ de la verdadera piedad que brota de la celebración del Misterio cristiano, que los obispos garantizan”. Habrá que aplicarse el mensaje.

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