Xerez CD

Un atisbo de esperanza

  • El Osasuna se aprovecha de una infame primera mitad xerecista para encarrilar la eliminatoria copera. Los de Ziganda completaron la mejor segunda parte de la temporada y sólo les faltó suerte para igualar el partido

El fútbol es a veces un sinsentido y buscar un porqué o una respuesta a algunas cosas resulta realmente paradógico. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta que Ziganda no es un técnico ofensivo, pero tampoco para comprobar que el navarro no tiene toda la culpa del mal juego del Xerez y del miedo con el que saltan los jugadores al campo.

Y es que la segunda parte de los azulinos dejó a las claras que todo es una cuestión mental, de ganas y de autoconvencerse de que este equipo no es inferior al resto. Quizás fue la bronca del entrenador en el vestuario o tal vez la verguenza torera de los jugadores al ver el bochornoso espectáculo que estaban ofreciendo, pero lo cierto es que el equipo salió a morder, como nunca antes se había visto esta temporada. En sólo cuarenta minutos crearon más ocasiones que en los ocho partidos de Liga jugados y con un fútbol vertical y rápido (ya era hora), el Xerez embotelló de tal manera a Osasuna que a punto estuvo de hacer la machada.

Conclusión: ¿Cuál es el problema? ¿El técnico, el sistema, los jugadores, el miedo....? Sea como fuere, el Deportivo demostró ayer en la mejor segunda parte de la era Ziganda que es un equipo con serias carencias (faltan jugadores desequilibrantes en determinadas posiciones) pero un equipo que nada tiene que envidiar a muchos rivales y lo más sobresaliente, que es un equipo que sabe jugar al fútbol cuando se lo propone o cuando quiere.

Sólo la empanada mental con la que saltaron los azulinos al terreno de juego privó al Xerez conseguir un mejor resultado, entre otras cosas porque Osasuna fue un rival normalito, o sea, serio atrás, con la experiencia y con la tranquilidad suficiente como para aniquilar a un contrincante que salió a la cancha con el miedo en el cuerpo y con la sensación de estar todavía en el Heliodoro Rodríguez de Tenerife.

Y eso que en el primer cuarto de hora, los locales evidenciaron cierto desparpajo arriba. Orellana ponía chispa y velocidad y la circulación de balón en este arranque era fluida y rápida, sobre todo rápida. Abel movió el esférico con criterio, Keita puso agresividad y pelea y a Víctor Sánchez se le vio otra cosa pegado en el costado. Faltó Antoñito, poco enchufado (luego nos quejamos por no jugar).

Sin embargo, los destellos iniciales se borraron de una tacada con dos acciones clásicas de equipos con problemas en la tabla. En cuatro minutos Osasuna había hecho dos goles y había dejado a la deriva la nave xerecista. En el primero, un córner botado por Calleja no lo despejaron ni Abel, en el primer palo, ni Leandro en el segundo, y Sergio, al que le dio tiempo hasta de protestar al árbitro, únicamente tuvo que empujar el balón. Ni queriendo se defiende tan mal.

En el segundo, Juanfran superó en carrera a Armenteros (vaya suplicio que pasa el chaval cuando juega de lateral) y Dady, libre de marca, cabeceó a la red. Ni Leandro, ni Prieto ni Redondo defendieron como debían. Lamentable.

En la segunda parte la historia cambió. Leandro avisó a los dos minutos con un testarazo que se marchó alto y minutos más tarde, Abel, tras una genialidad de Orellana en la frontal, empaló con la derecha pero su disparo lo desvió a córner Roberto.

Éste sí era el Xerez. Fabián seguía haciendo diabluras y de hecho el chileno tuvo en sus botas una clara ocasión, ésta vez tras pase de Abel, pero que malgastó en gambeteos innecesarios.

Pasados los veinte minutos, Redondo cabeceó a la corona del área y allí estaba Maldonado (recién entrado), que mostró su capacidad para definir con un derechazo ajustado al palo. Los jugadores osasunistas reclamaron falta previa.

Espoleados por su afición, los azulinos desplegaron su mejor fútbol. A ello contribuyó la salida de Bergantiños quien otorgó equilibrio a la zona ancha. A partir de ahí el dominio fue absoluto por parte el Xerez que primero por medio de Maldonado y luego en un mano a mano de Momo que paró Roberto pudo empatar.

Ziganda quemó su último cartucho dando entrada a Míchel, con pitos incluidos para el navarro por quitar a Orellana, pero ni siquiera el juego aéreo del madrileño sirvió para igualar. El público, no obstante, se fue con el convencimiento de que poder, se puede, pero desde el principio y teniendo el respeto justo al rival. De otra forma, ya se sabe lo que pasa. A tomar nota.

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