En medio de la tempestad

Sin lugar a dudas, la gran sorpresa en la alineación de Javi López fue la presencia de Edu Moya que no jugaba desde la jornada 28 ante el Huesca. La velocidad del pacense, pensó el técnico, para frenar a la rapidez del extremo balear, uno de los mejores futbolistas del Granada. Posiblemente la idea era buena, pero la falta de ritmo del xerecista pasó factura y de qué manera al equipo. Nunca encontró su sitio, al menos durante 75 minutos, y se le vio excesivamente incómodo y muy nervioso.

No es fácil entrar en un equipo después de salir de una lesión y menos aún si enfrente tienes a un rival como el Granada o a un futbolista como Dani Benítez, eléctrico a más no poder y muy veloz.

Esto propició que durante la primera parte, Edu Moya viese como el interior rojiblanco le desbordaba una y otra vez, a veces por medir mal, otras porque se le marchaba en velocidad y otras tantas por errores en la entrega del azulino.

Apenas habían pasado tres minutos cuando se comprobó que el remedio buscado por Javi López no era más que una tirita endeble y sin arraigo. A las primeras de cambio, el extremo se fue en carrera de Moya, aprovechó el autopista y solo ante Chema fue incapaz de superarle porque el alicantino le adivinó el lanzamiento.

La fractura en la banda derecha del Xerez aumentó tras el gol visitante. El equipo notó el duro varapalo y el carril diestro se convirtió en un auténtico coladero, la mayoría de las veces por errores en el pase, unas veces del propio lateral y otras de sus compañeros, imprecisos y atenazados.

En ataque, el azulino lo intentó, aunque nunca con la confianza que requiere un lateral cuando enfila la directa. Enfrente tenía a un Dani Benítez participativo y que trataba siempre de asociarse entre líneas con Geijo o Mikel Rico para sacar petróleo.

Antes del descanso, el extremeño protagonizó junto a Geijo una de las jugadas polémicas, al recibir del delantero un golpe en la cara que el colegiado no quiso ver pero que podría haber costado la expulsión al hispano-suizo.

En la segunda parte, con el Granada mucho más atrás conforme pasaban los minutos, el trabajo de Edu Moya fue menor, si bien es verdad que se mostró mucho más entonado. En defensa cortó una acción providencial al propio Benítez en una de las contras rojiblancas, y en ataque trató de ayudar a Óscar Díaz por el carril derecho.

Algunos de sus centros llevaron peligro, y su porcentaje de acierto en el pase fue ganando enteros a medida que pasaba el tiempo. En uno de ellos José Mari dejó de cabeza para la llegada de la segunda línea, en este caso Font, pero no hubo.

Dani Benítez, por su parte, fue perdiendo protagonismo y en la última fase del choque apenas se le vio. Su bagaje ofensivo se limitó a ejecutar algún que otro libre directo lateral que no llegó a inquietar a la meta de Chema. Al final, Fabri decidió sustituirle, en el 87, marchándose bastante enojado hacia el vestuario.